Los aficionados del Manzanares se frotaban los ojos primero y las manos después tras lo visto y lo vivido en su estadio ante el Pontevedra. Su técnico, Guillermo Alcázar, reconocía con el 1-0 en el bolsillo, que «seguimos soñando» y no dudaba en reconocer que a pesar de que han golpeado primero, «la eliminatoria está más que abierta».
Tuvo palabras de elogio a su rival herido. «Hemos vencido a un gran equipo, pero por lo visto en el campo y por los méritos contraídos mi equipo ha sido mejor que el Pontevedra».
Dado que las interpretaciones difieren según el bando del analista, en lo que sí está todo el mundo de acuerdo -especialmente los protagonistas- es que «la vuelta va a ser otra historia». Asume con tiempo suficiente Alcázar que se va a topar de bruces «con un campo grande y con 11.000 espectadores que nos van a empujar en todo momento». Por ello, revela que «no quiero hacer castillos en el aire» pero se apunta a seguir cargando de presión al enemigo, ya que la etiqueta de equipo pequeño y menos favorito les está dando más resultados de los que podría parecer en un principo. «Es evidente -asegura el entrenador del conjunto macheggo- que la presión la tiene el Pontevedra» y recalca que «nosotros seguimos soñando y es un sueño que ya dura tres semanas y va a durar una cuarta, porque hasta el próximo sábado tenemos un 50% de posibilidades de pasar a la siguiente eliminatoria».
Como despedida de este primer envite, quiso agradecer el papel que jugó «la afición, la junta directiva, por el gran trabajo que ha hecho, y como no a mis jugadores, que para mí siguen siendo lo más grande de todo». Precisamente sobre los hombres que dirige, y que han encarrilado la eliminatoria en esta primera entrega, advirtió que, con ellos, «voy a ir hasta el último segundo de esta y de posibles eliminatorias que nos puedan quedar», aunque las mismas palabras las suscriben a orillas del Lérez.