A la greña con los hosteleros
Con el anuncio de frenar la apertura de negocios hosteleros en la zona vieja, Conde Roa abre un nuevo frente de polémica con el sector, sumado a las aerolíneas de bajo coste y la ordenanza de terrazas.
Las deudas del exalcalde
Sánchez Bugallo criticó públicamente el viernes la gestión económica del gobierno local. Olvidó que entre las obligaciones del Concello está pagar sus deudas con los proveedores. Y él dejó un volumen notable.
La sequía y el aviso del Tambre
Aunque el río nunca llegue a secarse, estamos obligados como el que más al consumo responsable del agua. ¿Lo hacemos?
En los cíclicos debates sobre qué hacer para retener a los turistas más de dos días en Santiago no es raro escuchar que hace falta un parque temático, un divertimento que los entretenga cuando se han cansado de la hipnosis del botafumeiro y del abrumador paisaje pétreo de la ciudad histórica. Pues bien, Santiago lleva años construyendo su propia Terra Mítica, y no es la Cidade da Cultura -aunque pudiera parecerlo por la magnitud del fiasco-, sino un macroescenario medieval que no es de cartón piedra, sino tan real como la rúa do Franco, el Villar, la Raíña, el Obradoiro o A Quintana. Como la misma Catedral. Porque en un parque temático salpicado de vida cotidiana se está convirtiendo el centro monumental más hermoso del mundo.
El esfuerzo rehabilitador impulsado desde los años 90 con una fuerte inversión de dinero público ha conseguido que hoy podamos presumir de un Patrimonio de la Humanidad excelentemente conservado (casi el 85 % de los edificios residenciales presentan un buen estado), pero su rentabilidad social es cuestionable porque no se ha cumplido el objetivo primordial de devolver a la zona el impulso vital perdido en décadas de decadencia: en la ciudad histórica vive apenas el 12 % de la población censada en Santiago, tres puntos menos que hace 30 años, aunque es cierto que se ha frenado la sangría demográfica.
La mejora de la habitabilidad ha disparado los precios y ni siquiera el estallido de la burbuja inmobiliaria puede con ellos. O sea, la inversión pública ha dado alas a la especulación, limitado el acceso de nuevos vecinos y, con un comercio minorista seriamente tocado por la crisis, puesto los locales de negocio en bandeja a los inversores en busca de los rendimientos vinculados al turismo. La consecuencia es la terciarización de la «almendra» monumental, plagada de oficinas, establecimientos hosteleros y ostentosas sedes de representación institucional ahora tocadas y hasta cerradas por la crisis. Y el dramático hundimiento del pequeño comercio, ese que alimenta la vida cotidiana y vive de ella.
Con este panorama, urge una regulación de los usos del centro histórico para evitar que acabe siendo ese parque temático de consumo fácil para turistas y plagado de comercio low cost. El gobierno local acaba de anunciar que tomará medidas, pero deberá entender que el veto indiscriminado será un error. Habrá iniciativas que por su calidad aporten valor, sean hosteleras o de cualquier otro tipo, y para ellas siempre deberá haber un espacio en Compostela.