Los dueños de las atracciones dicen que no les compensa ni el día grande
26 jul 2012 . Actualizado a las 11:40 h.Después de los esperados fuegos de las Festas do Apóstolo, los dueños de las atracciones situadas en la Alameda se preparan para su gran momento. La madrugada del 25 de julio fue siempre, con diferencia, en la que más visitantes recibían. Ayer tocaba hacer balance de los beneficios adquiridos y las cuentas no salen. La gente pasea por la feria atraída por la música y el ambiente pero cada vez son menos los que abren la cartera para disfrutar de las atracciones ambulantes.
Una de las más populares es La pala. Francisco Soto lleva muchos años recorriendo España de fiesta en fiesta con esta atracción y afirma que la crisis les está afectando con crudeza. «Esta vez hemos tenido la mitad de gente que otros años», explica que la pala va dirigida a la juventud y estos cada vez tienen menos capacidad de compra: «Los jóvenes ya no consumen como antes, no pueden». De todos modos, este nómada compostelano se siente orgulloso de que su modo de vida le dé de comer: «En estos tiempos que corren, que tu trabajo te proporcione un plato de comida ya es un triunfo, hay que mantener a la familia». Insiste en que no solo en Santiago la recaudación es baja, pasa en toda España: «Es este país, están igual en todos los lados».
Los ayuntamientos cobran el alquiler del terreno en el que se sitúa cada feriante y a eso hay que unir los costes de luz y mantenimiento. Muchos no son capaces de soportar estos gastos. Manuel Sánchez trabaja en El gusanito, una atracción para niños. Explica que han tenido mucha menos clientela de la esperada, ni siquiera han podido remontar la mala racha con el día grande: «No creo que saquemos ni para los gastos del puesto». El plan era quedarse hasta el día 31, pero si la cosa sigue así de floja tendrán que desmontar el chiringuito. En el Skip Jumper tienen opiniones muy parecidas, Ventura Marín afirma que en la Ascensión las cosas fueron algo mejor pero el Apóstolo les está decepcionando: «El día grande ha sido muy flojito, había mucha gente por el recinto pero no compran entradas».
Pero no solo lo perciben los dueños de las atracciones, en los puestos de comida y bebida que se encuentran en el recinto también notan mucho la crisis, las tradicionales garrapiñadas no se venden como antes y eso que, según los dueños, llevan diez años sin subir el precio, 2,50 euros la bolsa de almendras. La gente sale cenada de casa para evitar tentaciones costosas y se divierte viendo como lo pasan mal los valientes que se montan en las atracciones. Nadie se corta a la hora de salir de casa pero optan por entretenimientos más baratos. Los presupuestos con los que contaban antes los jóvenes para divertirse se han reducido de manera drástica y en este momento pocos pagarían más de tres euros por escasos minutos de diversión.