Numerosos curiosos, peregrinos y turistas visitan el la zona cero del accidente del Alvia
04 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.La aldea de Angrois era una total desconocida incluso para muchos vecinos de Santiago hasta que la noche del fatídico accidente del tren Alvia se convirtió tristemente en la más famosa de Galicia. Hace unos días, un periodista de los que cubrieron la información en primera línea confesaba que tuvo problemas porque su GPS no era capaz de localizar el conjunto de casas y precisó que le guiaron por teléfono para encontrar el lugar. Pero ahora la situación cambió radicalmente.
Ya al día siguiente, cuando aún no se había levantado el cordón policial, a la pequeña aldea de Angrois comenzaron a llegar caras desconocidas. «No eran operarios de Renfe ni del ADIF ni policías ni periodistas ni víctimas o familiares, eran sencillamente curiosos, turistas, vecinos de Santiago y alrededores», comenta uno de los vecinos de la aldea. Incluso, al día siguiente del accidente, con los vagones en la zona cero, los coches reducían la velocidad en la autopista para hacer fotos.
Angrois se ha hecho famosa y paga su fama cada día con la visita de numerosas personas que acuden al lugar del siniestro para «inexplicablemente, hacerse fotografías junto a las flores, en el bar de la plaza, junto a lo que queda del placo de la música y, por supuesto, con las vías al fondo». Un vecino reconoce que «paso rápido por la plaza para que no me pare nadie, porque quieren saber, quieren que les cuentes y yo no quiero recordar». Por extraño que parezca, en Angrois consideran «normal» esta forma de actuar. «Es de nuestra condición humana», comenta otro vecino con resignación. «Ya pasó en Madrid y supongo que pasaría en Nueva York», apunta una vecina. Pasó también en Santiago, el varano pasado, cuando se estrelló un avión en Lavacolla.
Los peregrinos que caminan hacia Santiago por la Vía de la Plata, también se detienen a mirar las flores que numerosos personas, familiares o no, han depositado junto a la reja. Algunos leen las dedicatorias, otros rezan una oración y los menos apuran el paso para «no molestar».
La fiebre por conocer Angrois es tal que incluso en la ciudad los turistas preguntan a quienes tienen pinta de residentes por dónde se va a Angrois o si hay autobuses desde el centro para ir a la aldea. Paradojas de la vida. Los vecinos llevan años pidiéndole al Ayuntamiento la colocación en las entradas al lugar de unos carteles informativos para que los peregrinos supieran que habían llegado a Angrois. Ahora casi ya no es necesario.
Angrois es, sin duda, la parada fundamental para quienes quieren aproximarse a la tragedia del Alvia, pero no es la única. A Escravitude (Padrón) y, en concreto la explanada de Grúas Estación, donde están depositados los restos del convoy a la espera de decisión judicial, también despierta morbo. La circulación por la N-550 se hace lenta debido a las paradas de los curiosos para ver de cerca los restos.