A la espera de las pruebas toxicológicas, ayer fueron encarcelados por homicidio
28 sep 2013 . Actualizado a las 06:00 h.Una imagen vale más que mil palabras. Y más aún si las palabras contienen tantas incongruencias y vaguedades como los investigadores del crimen de Asunta atribuyen a Rosario Porto, la madre de la niña de 12 años de edad de Santiago asesinada el pasado sábado.
Fue la grabación de una cámara de seguridad instalada en la rotonda de la Galuresa, junto a la estación de tren de Santiago, la que motivó el pasado lunes la precipitada detención de Charo Porto imputada por el homicidio de su hija. La imagen la situaba en su vehículo en compañía de Asunta a una hora en la que ella había asegurado a la Policía Nacional que la niña o bien estaba sola en casa haciendo los deberes o ya habría desaparecido. Nada más recibir el vídeo, se activó el arresto, que se produjo mientras la exabogada compostelana salía del acto de incineración de la niña.
La imagen en cuestión es más que clara. Se ve perfectamente a Rosario Porto en el asiento del conductor y a Asunta en el del copiloto. Le fue exhibida a la madre de la niña en el interrogatorio al que le sometió ayer el juez que investiga el caso, José Antonio Vázquez Taín, y ante la evidencia la imputada no tuvo más remedio que modificar su relato inicial y admitir ahora que en la tarde del sábado sí fue con Asunta a la casa que posee en Teo. Un inmueble con una finca en el que los investigadores sitúan la muerte de la niña y que se encuentra a menos de cinco kilómetros de la pista forestal de Feros, también en Teo, en la que fue hallado el cadáver a la 1.15 horas del domingo.
El relato modificado de Rosario Porto se ha tornado aún más rocambolesco que el inicial. Ahora incluye dos viajes a Teo y no solo uno, como dijo en un primer momento. Uno con Asunta y otro sola porque, al parecer, se habría olvidado el bolso y lo necesitaba para comprar unos bañadores en el Decathlon de Santiago, situado en el polígono de Costa Vella, al norte de la ciudad.
En lo que no ha variado el relato de la madre de Asunta es en negar que, como sospecha el juez Vázquez Taín, fuese ella quien asesinase a la niña junto a su expareja, Alfonso Basterra. Ella insiste en que cuando llegó a las 21.30 horas a la vivienda de Santiago en la que vivían, situada en el número 31 de la calle Doutor Teixeiro, Asunta ya no estaba, la puerta estaba cerrada con llave y la alarma conectada.
Su teoría es que la niña salió o bien para dirigirse a casa de su padre, con el que habían quedado para cenar, o porque habría quedado con una tercera persona y que ya no volvieron a verla hasta que la encontraron muerta en la pista forestal de Teo.
La llegada a los juzgados de la madre de la niña se produjo a las 8.10 horas en un vehículo policial camuflado. Como su exmarido, había pasado la noche en el cuartel de Lonzas (A Coruña), donde ambos se negaron a prestar declaración ante la Guardia Civil. A las 9.15 horas se sentó frente al magistrado y el fiscal encargado del caso, Jorge Fernández de Aranguiz. El interrogatorio se prolongó durante tres horas y media en las que Charo Porto ni confesó ni se vino abajo, aunque pasó por momentos de abatimiento, en los que incluso llegaba a llorar, a los que le seguían repentinos estados de mayor fortaleza.
Alfonso Basterra lo pasó peor en el interrogatorio. Se mostró más nervioso y decaído. Su llegada a los juzgados compostelanos tuvo lugar a las 12.15 horas y una vez que comenzó a declarar siguió el mismo guion que había dibujado su expareja. Los testimonios de ambos fueron tan parecidos que, según apuntaron muy gráficamente fuentes judiciales, «coincidían hasta en los errores». El padre también negó haber asesinado a la niña y su secuencia de los hechos coincidía con la nueva versión de Charo Porto, enmendada tras conocer que había al menos una cámara de seguridad que había desmontado su coartada inicial.
Juez y fiscal coincidieron en no creer las explicaciones de Rosario Porto y Alfonso Basterra y se decretó para ambos prisión comunicada sin fianza. Sobre las 15.30 horas, un furgón policial los trasladó a la cárcel de Teixeiro (A Coruña), en la que ayer pasaron su primera noche entre rejas y como reclusos.
El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) especificó que a ambos se les sigue imputando un delito de homicidio, pero que se ampliará al de asesinato si finalmente queda probado que hubo dolo y premeditación.
Esa posible imputación por asesinato, que es una forma agravada del delito de homicidio, está a la espera de resultados de toxicología complementarios a los que ya han probado que a Asunta la sedaron con el mismo medicamento que tomaba su madre, una benzodiazepina con la que trataba sus cuadros de ansiedad y de estrés.
En la cara de la pequeña se han hallado restos de otra sustancia química que los investigadores sospechan que se le aplicó o bien para completar su sedación o bien para acelerar su asfixia. Ese producto que todavía está por determinar podría haberse aplicado en una toalla, un pañuelo de papel o incluso con la misma almohada con la que se sospecha que los verdugos de la niña le obstruyeron las vías respiratorias hasta la muerte.
La secuencia de los hechos que los investigadores consideran que se produjo sitúa el crimen en la casa familiar de Teo, a la que la niña llegó en coche con su madre. El sedante se lo habrían suministrado en la comida, que los tres hicieron juntos en la casa del padre ese sábado. Atada de pies y manos con una cuerda naranja hallada en el lugar en el que apareció el cadáver y también en el chalé de Cacheiras, la asfixiaron con una almohada o algo similar. El químico hallado en la cara de Asunta se lo habrían aplicado antes para dormirla aún más profundamente o iría impregnado en lo que se usó para sofocar a la pequeña, que después fue abandonada en la pista forestal.
Tras la declaraciones de hoy en el juzgado todo apunta a que Rosario Porto y Alfonso Basterra tendrán que comparecer pronto ante el juez para volver a testificar.
El nuevo relato de Porto es más rocambolesco e incluye dos viajes y no uno a Cacheiras
En la cara de la pequeña se ha hallado otro químico que se usó en la asfixia