Multada con dos mil euros por no tapiar una casa en la que viven unos okupas
SANTIAGO
La dueña se declara «indignada» porque espera un permiso del juez
11 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Una mujer de Pontepedriña vive desde el 2010 una situación «tan absurda» que «si no fuera porque tengo que vivirla cada día, sería para reír y no parar». Olga Iglesias Ferro es propietaria, junto a otro familiar, de dos viviendas en Pontepedriña, concretamente en Amor Ruibal. Una de ellas fue tapiada hace meses, pero la otra está ocupada por un grupo indeterminado de personas que «destrozan la casa día a día». En el 2010 la mujer presentó una denuncia en la Policía Nacional al detectar que unas personas estaban viviendo en la casa. Desde entonces, está a la espera de que el juzgado autorice el desalojo de los okupas para que pueda tapiar ventanas y puertas. Pero la sentencia no llega y, en su lugar, la mujer recibe las notificaciones del Concello ordenándole que «tapie» la casa bajo apercibimiento de sanción económica.
La primera vez que le llegó una multa «era de 600 euros» y hasta «me enviaron el impreso para ir a pagar». Contra esta y otras notificaciones su abogado presentó un recurso, que no ha zanjado el asunto.
Notificaciones
El pasado día 8 recibió una nueva notificación del Concello en la que se le comunica que se le impone una «multa coercitiva» de 2.000 euros por no cumplir con la orden de tapiar, retirar la vegetación, reparar el tejado y sacar los elementos que puedan caer a la vía pública. Olga Iglesias asegura sentirse «indignada, cabreada e impotente», porque «no puedo hacer nada, solo esperar y seguir gastando dinero en recursos y abogado». «Claro que quiero tapiar, pero ¿cuándo lo hago, con ellos dentro? ¿Aprovecho cuando salgan? No sé si puedo hacerlo», insiste.
Asegura que, una vez que se acercó al lugar «para ver los daños, me sentí como si estuviera invadiendo la propiedad de otro», explica. La vivienda fue declarada en ruina por el Ayuntamiento, porque «no quiero asumir la responsabilidad de lo que pueda ocurrir allí y, por eso, sé que la denuncia por ocupación ilegal también me cubre las espaldas, pero yo quiero recuperar la propiedad y la tranquilidad».
En la parte trasera de la casa se acumula una montaña de ropa, restos de electrodomésticos y basura que suponen un foco de insalubridad. Pero el interior no es mucho mejor. El tejado se desplomó y parte de la vivienda está inutilizada. No hay agua ni luz, pero «supongo que habrán hecho alguna dentro, porque hace unos meses hubo una explosión y acudieron los bomberos». Además, un cable que va desde la antena de la casa colindante al interior de la ocupada hace pensar que, en algún momento, tuvieron luz. El cuadro eléctrico ardió y hay restos de un incendio en la pared interior. Junto a la casa ocupada está la otra tapiada y al lado de esta la estructura de hormigón de otro inmueble que suele ser usado por indigentes y que desprende un fuerte olor. La casa ocupada linda con un solar municipal que fue recientemente desbrozado y en el que los vecinos le comentaron a la propietaria que se encontraron cables de cobre.