Usaron Galeras y Bonaval, pero los echaron para evitar dañar el césped
19 ene 2014 . Actualizado a las 13:36 h.Algo más de una veintena de compostelanos practican el jugger, un juego de origen alemán cuyo primer partido documentado data de 1993, pero que en Galicia empezó a practicarse hace cinco años y tiene doscientos aficionados en A Coruña, Ourense y Vigo. Los practicantes de este peculiar juego constituyeron la Asociación Galega de Jugger, que cuenta con unos 120 socios. En Santiago, donde se practica desde hace tres años, hay dos equipos de unos 25 jugadores que tiene dificultades para desarrollar su afición.
Hasta hace unos meses, los jugadores se reunían en el parque de Galeras para entrenar y, sin duda, su juego despertaba el interés de quienes les veían seguramente atraídos por un aparatoso equipamiento deportivo que incluye largos palos, bolas con cadenas y escudos, que son empleados para luchar.
Pero el improvisado campo de entrenamiento les duró poco. La Policía Local les desalojó, alegando que los parques no eran lugares para la práctica de un deporte. Claro que Aarón Silva Sánchez, jugador compostelano, alega que no se trata de un deporte, sino de un juego. «Es como si nos prohíben jugar al escondite», ironizó.
Al ser «expulsados» de Galeras, se refugiaron entonces en Bonaval, pero también fueron desalojados de este parque por la misma razón. Fuentes municipales explicaron que en los parques de la ciudad no se puede autorizar el juego, ya que se produciría un deterioro grave del césped al ser un práctica continuada. De hecho, en la Ordenanza de Protección do Medio Ambiente Urbano, en el artículo 78, se prohíbe «pisa-lo céspede de carácter ornamental, introducirse no mesmo e utilizalo para xogar, repousar ou deitarse sobre el».
Aarón Silva Sánchez, vocal de la Asociación Galega de Jugger, quiere que les asignen un lugar para jugar con las garantías mínimas para la seguridad e integridad de los jugadores. «Somos pocos, pero también tenemos derechos», apunta. Como solución se les ofreció un campo de cemento en Galeras, «al que no podemos ir, porque las caídas en ese terreno provocan lesiones y heridas».
Pese al número reducido de jugadores en Santiago, la Asociación organizó el pasado verano un torneo en el que participaron seis equipos gallegos. El torneo se celebró en el parque de Bonaval durante un día y contaron con el permiso del Concello. Una autorización que intentan conseguir ahora para poder mantener los entrenamientos y no tener que hacerlos de forma furtiva. Aarón Silva Sánchez, Vocal de la Asociación Galega de Jugger, reclama el derecho a la práctica de un juego que precisa de un terreno llano, «mucho más pequeño que un campo de fútbol, de veinte por cuarenta metros, que no tiene que estar marcado» para los entrenamientos y que usarían un par de veces a la semana.