Mamés Garfias admite que nunca fue un buen estudiante. Era alumno de Peleteiro y «me pasaba más tiempo en los pasillos expulsado que en la clase», cuenta. Recuerda que llegó a meter salamandras y gatos en el aula. Sin embargo acabó sacando curso por año, «aunque siempre me quedaba alguna asignatura pendiente para septiembre», reconoce.
El disyóquey asegura que si no hubiera acabado en los platos sería militar, «conductor de tanques», labor que le encomendaron cuando hizo la Mili y que prorrogó durante varios años. Y peleas acabó viendo una cuantas de cerca. «Tuve en una temporada el vicio de ir a meterme en el medio, pero debo caer muy bien a la gente porque nunca me llegaron a tocar», apunta. Y suerte no le debe faltar, porque el día que se calló el falso techo de Liberty él estaba dentro tomando la última con el personal del local y tuvo tiempo de reaccionar. Alguna Nochevieja o en el Apóstol hubiera deseado no haber escapado: «si pudiera no trabajaría esos días, son horribles».
«En casa no escucho ni la radio»
Por muy raro que suene, en su casa Mamés no tiene ni un disco, ni siquiera de recuerdo. Por no oír música fuera del trabajo no pone ni la radio y se entera de los últimos hits consultando las listas de música más escuchada en Internet. El compostelano empezó comprando todas las semanas los vinilos que acababan sonando en la discoteca. Ahora toda la música sale del ordenador. Con otro pecé controla el sistema de iluminación y decide cuándo se encienden las luces y acaba la música, justo cuando suena la canción de cierre, «para mí la mejor de la noche».