El Ateneo de Santiago, tras una colecta popular, consiguió reunir fondos para rehabilitar el sepulcro
28 may 2014 . Actualizado a las 21:39 h.Las Marías, como se conocen popularmente a las hermanas Maruja y Corelia Fandiño, fallecidas hace más de tres décadas, reposan desde hoy en una misma tumba tras una iniciativa popular. Ambas, que durante años formaron parte del paisanaje característico de Compostela, estaban enterradas en una sepultura con un lamentable estado de conservación. Tras desvelar La Voz hace más de un año estas carencias, el Ateneo de Santiago se decidió a poner en marcha una iniciativa popular para adecentar el túmulo. Se inició entonces una campaña pública de recogida de fondos para dotar de una lápida mortuoria la última morada de Maruja y Coralia.
Con la colecta popular, la asociación Ateneo de Santiago consiguió reunir fondos para rehabilitar el sepulcro, instalar sus restos mortales juntos, y colocar una placa en memoria de ambas, homenaje que tuvo lugar esta tarde en el cementerio compostelano de Boisaca.
Uno de los promotores de esa iniciativa popular, Xosé Ramón Pousa, ha indicado a Efe que el objetivo del Ateneo era «recuperar del abandono» la «tumba original» de las dos hermanas mediante una «colecta» entre la población que ha logrado suficientes fondos para reunir sus restos mortales.
Símbolo de Santiago
Maruja y Coralia, nacidas en 1898 y 1914, respectivamente, y fallecidas en 1980 y 1983, se convirtieron en las décadas de 1950 y 1960 en dos controvertidas figuras, consideradas «solteronas» para algunos, «comunistas» para otros, o un símbolo de resistencia al régimen opresor para una parte de la población. Las Marías, que se habituaron a recibir bien piropos o burlas de estudiantes o paseantes de los jardines compostelanos, nacieron en el seno de una familia de once hermanos que sufrió de pleno la represión franquista. Ambas sufrieron todo tipo de humillaciones y vejaciones por parte del simpatizantes del régimen, pero alcanzaron cierta popularidad entre una parte de la población que les ayudó con caridad a afrontar el estigma.
Las dos mujeres han conquistado un destacado lugar en el corazón de Compostela, con una estatua en la Alameda, que es todavía uno de los lugares preferidos de los visitantes para fotografiarse.