La colonia controlada por un grupo de vecinos de la avenida de Barcelona servirá de modelo en la ciudad
01 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Los amantes de los animales llevan tiempo en acción en Santiago y quieren dar un paso definitivo hacia una nueva política de control, cuidado y manutención de los bichos en todo el municipio. Son voluntarios en este tarea, a la que están entregados, y quieren el apoyo institucional para formar hogares desatinados a los gatos abandonados. De no hacerlo, la alternativa es el hambre y la persecución.
En la rúa de Barcelona existe un modelo patente de lo que hay que hacer en la ciudad con el respaldo del Concello. En esta zona había una señora que alimentaba a los gatos, pero no tenía donde refugiar la comida y los animales estaban dispersos en una zona de casas pequeñas. La buena mujer ingresó en un asilo y los bichos quedaron abandonados a su suerte. Y fueron reproduciéndose de manera alarmante.
Una vecina, Mar, avisó al refugio de Bando, que de animales callejeros no quería saber nada. Y entonces una bombilla se le alumbró en el magín. Decidió proponerle al presidente de la comunidad de vecinos, y a todos los integrantes de la vecindad, la formación de una colonia controlada. Es decir, que los animales sueltos (capturados a través de una jaula trampa) estuviesen alimentados, con la comida dentro de unas casitas para no mojarse, que no anduviesen dispersos y fuesen todos esterilizados. Y pudiesen ser curados y saneados.
Una decisión de este tipo concita, obviamente, pros y contras. La comunidad de vecinos debatió la cuestión y los partidarios del refugio gatuno ganaron en una reñida votación por solo tres votos. Pero ganaron, y las casitas se montaron en el patio de la vecindad con el asentimiento de todos los residentes, incluidos los que se opusieron, quienes aceptaron democráticamente el veredicto.
«La comunidad vecinal ha sido generosa», subraya Teresa Jardón, presidente de la Asociación de Amigos dos Animales. Varias entidades animalistas se han unido a la causa, y el refugio controlado de la avenida de Barcelona se ha convertido en un modelo a seguir en el municipio.
Altruismo
Y eso es precisamente lo que quieren las personas y entidades que lo atienden con sus escasos recursos y su entrega filantrópica a la defensa de los animales, que haya refugios de este tipo en los lugares del municipio en donde existen núcleos de animales y que el Concello (con cuyos responsables se entrevistaron) se involucre en el apoyo institucional y económico a esta tarea.
En la zona de la avenida de Barcelona los gatos ya no constituyen un problema vecinal por sus ruidos, suciedades u olores, según constata el presidente de la comunidad vecinal Pablo Martín, y desarrollan una vida más sana y feliz. Dentro de poco tendrán areneras con cubiertas de acero.
«En vez de hacer una política de capturar y esterilizar, lo primero es alimentar y refugiar en casitas a los animales», dice Teresa Jardón. Y luego, cuando haya condiciones para hacerlo, esterilizarlos.
En esta última función hay que resaltar la función altruista del veterinario de Servet, José Luis Ribeiro, que efectúa su labor de forma gratuita (incluso le cuesta dinero) y en las mejores condiciones y con el máximo cuidado, de forma que le importa tener a los gatos operados en observación varios días.
Aparte de José Luis y de Teresa, en el cuadro de honor del refugio es preciso colocar a Mar Proupín, la persona que cuida la colonia, la alimenta y esteriliza con la comida. El presidente de la comunidad de vecinos, Pablo Martín; la directiva de SOS Animalia, Olalla García; y la de la Sociedad Protectora de Animales, Fátima; y Estefanía, de Cosmopet. Todos ellos están embarcados en el control y la protección de los animales con el punto de mira de A Choupana, en donde se va a emprender la segunda fase de las areneras y nuevas casitas.
«No podemos solo capturar y esterilizar porque así sigue la persecución y el hambre del animal»
Teresa Jardón
«Antes aparecían 20 o 25 gatos al menor ruido en las zonas de tendales y cocinas, y ahora eso no ocurre»
Pablo Martín
«Para los vecinos esto es más cómodo porque no hay peleas sexuales de los gatos ni ruidos ni olores»
José Luis Ribeiro