La empresa arzuana es líder del sector en Galicia con su cofundador al frente
10 jul 2016 . Actualizado a las 09:53 h.Aunque una de sus pasiones es coleccionar coches antiguos -tiene cinco y no en miniatura-, Antonio es un todoterreno. Cuando invita a entrar a su despacho y uno observa los cuadrantes que organiza, es más que comprensible su negativa a concederse media hora de tregua laboral por las mañanas. «Imposible», reitera ante la insistencia para una entrevista que finalmente despacha amablemente, sin prisas. Eso sí, por la tarde. «Quen os fabrica, a onde van, quen os coloca... hai que organizar pola mañá para facer por la tarde», enseña el buen hombre. Se lo da la cara. Con cinco horas de trabajo a las espaldas y otras tantas pendientes de echarse encima para concluir su jornada habitual, explica: «se queres levar a empresa ben, tes que estar moi ocupado; sobre todo, unha empresa como é esta, familiar». Y en todos los aspectos. Verá por qué.
Los más de ochenta empleados que Antonio tiene en plantilla son el esqueleto de Toldos Gómez, la mayor sociedad empresarial de Arzúa y de todo su entorno, y el primer fabricante de toldos de la comunidad. Una institución que él mismo empezó a levantar cuando aún era un mozo. Trabajaba con su tío y con su padre Manuel en la guarnicionería que instaló en Arzúa su abuelo paterno, un ourensano del que Antonio heredó mucho más que el apellido. La incorporación al campo de la primera maquinaria pasó factura al germen empresarial de los Gómez, donde «empezou a escasear o traballo», cuenta para explicar que así «de casualidade, empezamos a facer toldos».
Ante ese nuevo reto en el negocio, pronto le soltaron las riendas al cofundador y gerente de Toldos Gómez, una sociedad familiar de siete propietarios en la que Antonio ocupa los cargos de consejero delegado y director general. «Meu pai non se metía», recuerda para comentar que «non aprendín de ninguén, non tiven mestre». Hecho a sí mismo como empresario, en él brotó el espíritu emprendedor de su abuelo y casi medio siglo después de sentar los cimientos de la empresa, esta cuenta con plantas de fabricación en Bergondo, Santiago y Lalín, además de en Arzúa, donde mantiene su sede central.
La trayectoria no fue casualidad, «nin cuestión de sorte», dice Antonio. «Houbo que funcionar e cambiar, que de toldos só non se vive», añade en consonancia con el reclamo publicitario de la empresa: «Mucho más que toldos», reza. Y así es. Con una facturación anual de cinco millones de euros, la empresa cuenta con cinco divisiones especializadas, a mayores de la fabricación de sistemas de protección solar. Con todo, en los toldos mantiene su identidad la firma, que pasea el nombre de Arzúa por toda Galicia, donde está su principal mercado, por todo el territorio estatal, y, de la mano de grandes empresas gallegas, por las principales ciudades europeas: Londres, Múnich, París... ¿Son tan buenos embajadores como el queso? Es así, aunque Antonio no lo admita y, en su lugar, haga patria con el afamado Arzúa-Ulloa como regalo de empresa. El queso «é a nosa bandeira», dice.
Unas Navidades «cheguei a entregar 2.000 queixos», comenta; y cuenta al hilo que «foi unha das cousas que houbo que recortar» cuando hace una década la crisis ahogó la economía. Lo pilló en plena expansión, desembolsando 7,5 millones en unas instalaciones de 7.000 metros cuadrados en el polígono industrial de Arzúa, pero salió a flote. «Nin na treboada botei a un obreiro fóra. Somos unha gran familia», comenta. Y bien avenida.
Líneas de negocio. Toldos Gómez se diversificó con la impresión digital y rotulaciones, mediante la fabricación de lonas técnicas, cintas de trincaje y elevación, carpas y estructuras y lonas para el transporte.
Empresa matriz. La guarnicionería que fundó su abuelo hace más de un siglo mantiene la actividad, con un primo de Antonio a la cabeza.