Si se apuesta por la continuidad en vez de por la renovación, los prelados italianos son los favoritos
12 feb 2013 . Actualizado a las 21:06 h.Benedicto XVI cumplió el guion. Fue, al margen de su sorpresiva e inaudita renuncia, un papa de transición. Era lo que vaticinaban los vaticanólogos para sustituir a Juan Pablo II: un pontífice de avanzada edad y con autoridad moral que pusiera orden en la Iglesia y en la curia, pero sin remover demasiado sus cimientos. Con la misma lógica, ahora toca otro perfil: el de un santo padre joven, carismático, dinámico y con capacidad para hacer frente a los múltiples retos a los que se enfrenta la Iglesia Católica. Este parece ser el mensaje que ha dado Ratzinger al renunciar a su cargo. «Hay que ceder el paso, que se vayan los viejos», sostiene el vaticanista Marco Politi. A esta vía no son pocos los que añaden otra cualidad: que sea de fuera de Europa, preferentemente del continente americano.
Pero puede también que, manteniendo la apuesta, esta sea de menor calado y que la búsqueda se centre en un cardenal ni joven ni demasiado viejo, de entre 68 y 72 años, con fuertes apoyos de la curia y que garantice un papado estable y poco traumático. Esta segunda vía sería como otra transición, pero más prolongada en el tiempo. El favorito, en este caso, sería un italiano.
Estas dudas son las que tendrán sobre la mesa los 117 cardenales menores de 80 años en los que recaerá la decisión de elegir en un cónclave al sucesor de Ratzinger. Y cualquiera de ellos podrá ser elegido. Hoy, la quiniela para designar a un papable parece estar destinada al fracaso, pero no faltan candidatos.
Cinco españoles
Si la apuesta es por una nueva transición son los purpurados europeos, y especialmente los italianos, los que tendrían más posibilidades de subirse al trono de San Pedro. A priori, el que parte con ventaja es el arzobispo de Milán, Angelo Scola (71 años), aunque ha emergido la figura de Gianfranco Ravasi (70), el ministro de Cultura del Vaticano. Del resto de Europa un fijo en la quiniela es el austríaco Christoph Schönborn (67), pero, tal y como ocurrió en el anterior cónclave, su figura encaja más en lo que se conoce como «gran elector», una persona decisiva en la elección del sucesor por su capacidad de orientar el voto. Los cinco cardenales españoles están muy lejos de aparecer en las quinielas. En contra del gallego Antonio María Rouco Varela, el que tendría más posibilidades, juega su edad, 77 años, y su salud. Los otros cuatro son Antonio Cañizares Llovera, Lluis Martínez Sistach, Santos Abril y Carlos Amigo.
Si lo que se busca es un nuevo Juan Pablo II, a las cualidades de juventud y carisma habría que añadir la de la nacionalidad. Y América parece el continente destinado a hacer historia. El argentino Leonardo Sandri (60) y, sobre todo, el brasileño Odilo Pedro Scherer (63), arzobispo de Sao Paulo, la diócesis con mayor número de católicos del mundo, están bien colocados. Más al norte sobresale la figura del canadiense Marc Ouellet (68), prefecto de la Congregación para los Obispos, quien conoce bien América Latina y habla bien el español. En el Vaticano también se valora mucho al estadounidense Timothy Dolan (62), arzobispo de Nueva York, muy activo en las redes sociales.
Queda una tercera vía más rompedora: la de un papa negro o asiático. A Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila de solo 55 años, se le ve como la gran esperanza, como al sucesor de Juan Pablo II. Es joven, carismático, con liderazgo y buen número de seguidores. Es una apuesta arriesgada, pero no descabellada. De África, el favorito es Peter Turkson (64).