Comienza la búsqueda del nuevo papa, sucesor de Benedicto XVI

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Varios carteles invitan en Roma a votar por Peter Turkson
Varios carteles invitan en Roma a votar por Peter Turkson ALESSANDRO BIANCHI / REUTERS

Solo se decidirá la fecha de inicio del cónclave una vez estén reunidos en el Vaticano todos los cardenales electores

01 mar 2013 . Actualizado a las 20:09 h.

La Iglesia Católica está huérfana temporalmente. Joseph Ratzinger, cuya renuncia se hizo efectiva en la tarde del jueves, podrá seguir tranquilamente desde su residencia de Castel Gandolfo el proceso de elección del nuevo papa.

Antes de apartarse de la vida pública, Benedicto XVI instó a los cardenales a convertirse en una «orquesta armónica». Pero el Colegio de Cardenales se enfrentará a un buen número de interrogantes a partir del próximo lunes, cuando comience a preparar el cónclave en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano.

Por todo el mundo surgen las voces que aseguran que llegó la hora de asumir los cambios geopolíticos y sentar en la Silla de Pedro a un pontífice africano, asiático o latinoamericano. Son esos los continentes en los que más crece la Iglesia Católica, que actualmente cuenta con 1.200 millones de creyentes.

Europa, antiguo baluarte del catolicismo, se caracteriza cada vez más por su alejamiento de la fe. Pero aun así, serán sobre todo los cardenales europeos -y entre ellos los italianos- quienes influyan decisivamente en el destino de la Iglesia cuando los 115 purpurados con derecho a voto escojan a un nuevo papa.

La cuestión sobre el momento en que comenzará la elección puede tener un gran alcance. En la carta oficial enviada por el decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano, queda claro que sólo se decidirá la fecha de inicio del cónclave una vez estén reunidos en El Vaticano todos los cardenales electores.

Un buen número de cardenales ya ha advertido que no hay motivo para precipitarse a la hora de llevar a cabo la elección. Antes hay mucho que discutir, como las crisis vividas durante el pontificado de Benedicto XVI o la situación de la Iglesia. Y presentar los perfiles personales de los papables.

El carrusel de candidatos ya gira en Roma, y hay muchas posibilidades de que en la Silla de Pedro vuelva a sentarse un europeo. No sólo por el hecho de que 60 de los cardenales electores procedan del Viejo Continente, sino porque Europa cuenta con nombres tan relevantes como el arzobispo de Budapest, Peter Erdö, o sus colegas de Viena, Christoph Schönborn, y Milán, Angelo Scola. Según los medios italianos, Schönborn es un «ratzingeriano». Y no hay que olvidar que más de la mitad de los cardenales electores, 67, fueron nombrados durante los ocho años de pontificado de Benedicto.

Y aunque no puedan votar, en la elección también tienen un gran peso los experimentados cardenales mayores de 80 años. «No votan, pero cuentan», apuntaba escuetamente el diario italiano La Stampa.

Benedicto no dio a sus cardenales ningún mensaje «subliminal» para el cónclave, aseguró el arzobispo de Boston, Sean O'Malley. Él es otro de los papables, junto con el canadiense Marc Ouellet y el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan.

Si la elección de los cardenales recae en un papa del hemisferio norte, hay posiblidades de que el sucesor de Benedicto no sea demasiado conservador. Para el futuro de la Iglesia podría resultar decisivo que el nuevo papa fuera un buen conocedor los entresijos de El Vaticano. Y que la reforme.

¿El 11 de marzo? ¿O tras el habitual periodo de espera de 15 días?

Pero la primera cuestión a resolver es el momento en que empezará el cónclave. ¿El 11 de marzo? ¿O tras el habitual periodo de espera de 15 días? «Sé de algunos cardenales que no reservan sus billetes de avión hasta que no saben cuando comienza el cónclave», explicó a Radio Vaticano el canonista Markus Graulich. Si por él fuera, la elección arrancaría el 16 de marzo. Así, los cardenales que ya se encuentran en Roma tendrían tiempo suficiente para aclarar durante el precónclave qué es lo que esperan del nuevo papa y qué debe cambiarse. Y la elección en sí misma podría prolongarse durante menos tiempo.