Arias Cañete insiste en que con sus duchas de agua fría ahorra 10 litros al día y un 20% de energía
SOCIEDAD
El ministro no cree que pasará a la historia por esta anécdota o la de los yogures caducados
19 abr 2013 . Actualizado a las 18:01 h.A pesar del revuelo que generaron sus declaraciones sobre ducharse en agua fría, el ministro Arias Cañete ha insistido en que es una medida que permitiría ahorrar energía, en concreto, ese 20% que se emplea en los hogares para calentar el agua. «Todo lo que he dicho es que podemos ahorrar energía si no dejamos correr el agua hasta que se pone caliente, ahorraremos energía y, en segundo lugar, economizamos agua».
El ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente no se ha quedado ahí y se ha atrevido a cuantificar cuanto supondría este «gesto» si una persona lo hace a diario durante un año. Según Arias Cañete esperar a que se caliente el agua de la ducha supone un desperdicio de casi 10 litros de agua por habitante, «que multiplicado por 365 días son 3.650 litros, tres metros cúbicos y medio, que multiplicados por 45 millones de ciudadanos dan una cifra astronómica de recursos hidraúlicos, que se utilizan para nada en un país con falta de agua».
Yogures caducados y duchas frías
En la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, que ha aprobado el anteproyecto de ley de evaluación ambiental, Arias Cañete ha sido preguntado si cree que pasará a la historia por declaraciones como las de la duchas de agua fría o aquella en la que aseguraba que él comía los yogures a pesar de que estuviesen caducados. «Yo creo que pasaré a la historia por muchas más cosas, porque me dedico a trabajar en leyes de evaluación ambiental, en defender la política agraria común, en tener un sector agroalimentario dinámico, que está creciendo la renta agraria y aumentado las exportaciones».
«Llevo muchos años en política, haciendo muchas cosas», ha añadido el ministro, que a principios de año declaró que había que cambiar la fecha de caducidad de muchos productos, ya que el margen de seguridad era mucho más alto que el impreso, y dijo que si veía un yogur en la nevera «ya puede poner la fecha que quiera que yo me lo voy a comer». Después, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria anuló la norma del yogur, definiéndolo como objeto de consumo preferente. «Pasaré a la historia -ha indicado- por haber regulado un producto de acuerdo con las normas que los científicos establecen, de manera que no se desperdicie alimentos y que no se tiren a la basura».