Probarse un bikini pone en solfa la autoestima de más de una y por eso con la llegada del calor proliferan las dietas y los trucos para perder ese michelín invernal que destroza cualquier expectativa de enseñar carne con estilo. Pero tras esta costumbre hay muchos errores, empezando por el primero: la dieta como tal
09 jun 2013 . Actualizado a las 16:57 h.1. EL MÁS IMPORTANTE: HACER DIETA
Es una batalla perdida, pero los médicos no se cansan de repetirlo: más que hacer dieta lo que hay que tener son hábitos de alimentación saludables; cuidarse a la hora de comer como uno va a trabajar, es decir, aunque no apetezca. Y, por supuesto, como el trabajo, darse algún descanso semanal sabiendo que el lunes hay que volver a empezar. Esa es la teoría de la endocrina y secretaria de la sociedad gallega del ramo Teresa Martínez Ramonde. Eso sí, una vez asumido que se va a hacer dieta, la especialista señala errores y mitos muy comunes.
2. SALTARSE UNA COMIDA
Estar muchas horas sin comer tiene dos efectos negativos, a corto y largo plazo. De forma inmediata, supone que en la siguiente cita con el plato la persona tiene mucho apetito y eso le hará comer con ansiedad, que es lo peor que le puede ocurrir a alguien que desee controlar su peso. Ese es el principal motivo por el que los nutricionistas animan a las personas a tomar cinco comidas diarias, distribuir las calorías y no tener nunca sensación de hambre. A largo plazo tiene otro efecto peor, provoca sobrepeso. De forma muy somera, y según explica Martínez Ramonde, lo que ocurre es que ante la falta de comida el propio cuerpo genera una serie de hormonas para soportar el ayuno que con el tiempo aumentan la producción de insulina y acaban generando diabetes y sobrepeso.
3. HACER GRANDES SACRIFICIOS
Una dieta muy restrictiva no solo puede amargarle la vida a la persona, sino que la aboca a saltársela. Si a una persona le gusta la ensalada con aceite pero para arañar unas calorías se quita cualquier condimento, al final no querrá la ensalada y se acabará haciendo un bocadillo. Es mejor, por tanto, mantener un equilibrio razonable y no hacer enormes sacrificios para caer en el otro extremo. Permitirse lo que uno sabe que es un claro exceso es muy positivo, aunque para evitar consecuencias sea un único día a la semana.
4. ABUSAR DE LO «LIGHT»
Las cosas light engordan menos, pero engordan. De nada sirve tomar unas patatas fritas light (por ejemplo) si con tal motivo se consume todo el paquete o se acompaña de varias cañitas. Cuando una persona quiere mejorar su alimentación debe aceptar que «el cuerpo es como la cuenta de un banco, por una parte se suman las calorías que entran y por otra las que salen», recuerda Teresa Martínez, para quien lo light no es malo pero tampoco permite la barra libre.
5. ELIMINAR LOS HIDRATOS
Es el error más común cuando uno quiere bajar de talla y es la base de las dietas milagro que siguen los famosos. Efectivamente, en un primer momento se bajan kilos porque se elimina agua, pero «con el agua van también iones fundamentales para el funcionamiento del cuerpo», apunta la endocrina. Lo mismo ocurre con la eliminación del consumo de grasas: sí se puede bajar la cantidad pero nunca se deben quitar de la dieta, porque muchas vitaminas solo son solubles en la grasa. Además, en ambos casos, una restricción exagerada puede llevar al efecto rebote: tras varios días de abstinencia de cualquier rastro de hidrato o grasa no es raro lanzarse a por la tableta de chocolate y no dejar ni el papel de plata.
6. COMER A TODA PRISA
Otra de las verdaderas lacras de la forma actual de vida. Comer con calma y disfrutando del plato es, para los médicos, un aspecto básico de unos hábitos de alimentación saludables. Comer a toda la velocidad implica tres cosas negativas: la persona sufre ansiedad, se come muchísimo más y el estómago se dilata antes. La ansiedad es un caballo de batalla fundamental para los nutricionistas, ya que recuerdan que este factor está detrás de muchos casos de sobrepeso, ese hábito de comer por no saber qué hacer o sin ganas (hay una máxima: si abres la nevera y no sabes qué comer, no lo hagas). Lo segundo es que al atacar con prisa un plato uno consume mucha comida sin control, que tal vez en otras condiciones no tomaría. Y todo esto lleva al tercer problema: la dilatación gástrica; al comer despacio, el estómago tarda más tiempo en dilatarse y por tanto exigirá menos comida en el futuro.
7. USAR PRODUCTOS SIN CONTROL MÉDICO
Teresa Martínez recuerda que las agencias de control del medicamento, tanto de Estados Unidos como de Europa, son las únicas que pueden autorizar fármacos que adelgacen, y no lo hacen. Por tanto, a partir de esta lógica tan sencilla, es fácil determinar que los productos que se venden como adelgazantes son, en el mejor de los casos, inútiles. Algunos, como muchos que se venden por Internet, son incluso peligrosos, porque pueden incluir anfetaminas.
8. PESARSE CONTINUAMENTE Y CONTAR LAS CALORÍAS
Es una inutilidad pero, sobre todo, es «torturador» y acaba haciendo saltar por los aires todos los esfuerzos obtenidos. La báscula es importante, pero Martínez Ramonde la recomienda pesarse solo una vez al mes y, como mucho, cada 15 días. «Hacerlo más de una vez a la semana es una locura», indica la doctora, porque «en el peso de una persona influyen muchas cosas, como los niveles de agua, que no son siempre los mismos, y en el caso de las mujeres, mucho más». Pero el problema es que es peligroso desde un punto de vista psicológico, porque si la persona se esfuerza y la báscula no le ofrece la reducción que desea es posible que acabe tirando la toalla. Lo mismo pasa con contar calorías. «Si uno sigue una dieta médica con un número determinado de calorías, debe tenerlo en cuenta -apunta Ramonde- pero es absurdo si se hace para no tomar ninguna decisión, como forma de tranquilizar la conciencia».
9. LIMITAR LA FRUTA PARA LA CENA, Y CENAR SOLO FRUTA
«Me sorprende mucho que estos días -apunta Teresa Martínez- me han dicho varios pacientes que han oído que tomar fruta por la noche es malo porque fermenta». Es un mito bastante extendido y, como siempre, sin fundamento. Para Ramonde, no se debe cenar solo fruta porque «la fruta hay que repartirla en todo el día» y porque una cena excesivamente frugal solo genera hambre para el desayuno o hace que una visita a la cocina se convierta en un asalto a la nevera.
10. HACER DEPORTE SIN SUPERVISIÓN
Caminar es un deporte magnífico si se quiere recuperar la forma, y hacerlo regularmente solo tiene beneficios. El peligro es practicar deportes que exijan mucho esfuerzo sin consultar con una persona que nos oriente sobre el proceso y los límites.