El papa Francisco ha intervenido por videoconferencia en el acto religioso que ha congregado a miles de fieles en el centro de Madrid
29 dic 2013 . Actualizado a las 22:41 h.El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ha defendido hoy la familia constituida dentro del «matrimonio indisoluble» como la «célula básica» de la sociedad frente a la «agobiante atmósfera intelectual y mediática» en la que prima una concepción de la vida caracterizada por la transitoriedad.
Rouco, quien ha presidido en la Plaza de Colón de Madrid la Fiesta de la Sagrada Familia, ha considerado que en esta «hora crucial de la humanidad» y en medio de la «dura y persistente crisis», la familia cristiana está demostrando «su insuperable e insustituible valor para la solidaridad y la paz social».
Incluso ante las «extraordinarias contrariedades económicas, sociales y culturales» actuales, ha apuntado.
En su homilía, y tras escuchar en una conexión en directo el saludo del Papa Francisco desde Roma, el cardenal ha advertido del «clima de opinión pública» en el que prima una concepción de la vida personal caracterizada por «la transitoriedad», de manera que «ni siquiera el don de la vida se entiende como definitivo e inviolable y, por lo tanto, tampoco, el don del amor».
Frente a ello y ante la posibilidad de que vuelva la «cultura de la tristeza», ha apostado por la familia «cristianamente constituida» como «la fuente de la primera y fundamental alegría», la de «la vida nueva que nace natural y sobrenaturalmente» y la de la alegría capaz de sobreponerse a cualquier clase de sacrificios, «convirtiéndolos en oblación de amor». «No estáis solos -les ha dicho a los miles de asistentes- como tampoco lo estaban María y José cuando se desencadena por Herodes la persecución del Niño Jesús y la matanza de los inocentes».
Pese a la «agobiante atmósfera intelectual y mediática», tan «contaminada por una visión radicalmente secularizada del mundo y del hombre», Rouco Varela ha dejado claro que la familia es «invencible» y «capaz de sobreponerse y superar cualquier desafío del maligno y cualquier debilidad nacida del pecado».
A su entender, no hay otro lugar como la familia donde encontrar consuelo, alivio y ayuda para los parados, los enfermos crónicos y terminales, «a los jóvenes que han embarrancado sus vidas en el alcohol, en la droga y en el sexo salvaje».
Por eso, ha sostenido que la familia es la verdadera fórmula personal y social «para el bien y la realización plena de la persona» y «para el futuro de la humanidad».
También ha pedido a las familias que den testimonio del Evangelio «de la alegría con obras y palabras» y ha dicho que esa es una tarea y una urgencia primordial sin la cual «la evangelización del mundo empalidecería y languidecería hasta su desaparición efectiva».
«La Iglesia y el mundo de nuestros días os necesitan como muy pocas veces ha sucedido en el pasado para llevar el Evangelio al corazón del hombre y de la cultura contemporáneas», ha apostillado.