Violencia y disputa diplomática tensan el ambiente previo a la llegada papal

Javier Martin EFE

SOCIEDAD

Una polémica visita marcada por la lucha protocolaria entre palestinos e israelíes

20 may 2014 . Actualizado a las 20:13 h.

Los actos vandálicos de radicales judíos contra iglesias y propiedades palestinas, y los rumores sobre un eventual pacto entre el Vaticano e Israel para la cesión del Cenáculo, en disputa desde hace dos décadas, han tensado el ambiente previo al primer viaje del papa Francisco a Tierra Santa.

Una polémica visita marcada, asimismo, por la lucha protocolaria entre palestinos e israelíes, que ha plagado de compromisos políticos un periplo de apenas tres días por tres estados distintos, y generado cierta incomodidad, sobre todo entre la diplomacia eclesiástica.

El pontífice oficiará misa el domingo en la ciudad cisjordana de Belén y esa misma tarde se verá obligado a volar a Tel Aviv (70 kilómetros), en Israel, para poder entrar en Jerusalén Este -zona que los palestinos reclaman como capital de su futuro estado-, pese a que apenas ocho kilómetros separan la plaza de la Natividad de la iglesia del Santo Sepulcro, en la ciudad vieja.

Allí, Francisco seguirá las huellas de paz y concordia que en 1964 dejó su predecesor, Pablo VI, primer pontífice en viajar a Tierra Santa desde que en el siglo IV Santa Helena, madre del emperador Constantino, estableciera la ruta de la pasión de Jesucristo.

Al igual que el «papa peregrino», Bergoglio se reunirá con el patriarca de la Iglesia greco-ortodoxa, Bartolomé I, en un encuentro ecuménico que el Vaticano ensalza como hito de su viaje.

«La peregrinación de papa tiene muchos aspectos. La gente espera una declaración política, que hable del conflicto, pero ese no es el objetivo principal. Su anhelo es celebrar el aniversario y avanzar en la unidad», explica a Efe el padre Jamal Daibes, rector del seminario latino.

Esas tensiones son aún hoy visibles en el templo que alberga la tumba de Jesús, que ambas corrientes custodian bajo un estricto sistema de turnos y en compañía de una familia musulmana, a la que hace siglos se designó cancerbera para evitar disputas que llegaban a la violencia física.

El padre Jamal y muchos otros religiosos que viven en Tierra Santa consideran que este acercamiento es ahora incluso mucho más necesario, a la luz de las presiones y la violencia de los radicales judíos, en su mayoría colonos ultranacionalistas, que creen que Jerusalén debe ser exclusivamente judía.

Algunos de estos grupos han intensificado en los últimas semanas su campaña de acoso y provocación, con pintadas racistas en iglesias y mezquitas que llevaron al Patriarca Latino, Fuad Twal, a advertir que «envenenan el ambiente previo» a la llegada del pontífice.

Un atmósfera de turbulencia que también ha envenenado el rumor esparcido por algunos medios de comunicación locales de que existe un pacto secreto entre el gobierno israelí y la Santa Sede sobre la propiedad del disputado Cenáculo.

El lugar que Santa Helena identificó como el de la «Última cena» se levanta sobre una sala en la que los judíos sitúan la tumba del mítico Rey David, y en la que rezaban hasta que en 1967 entraron en la ciudad vieja y se hicieron con el control del denominado «muro de las lamentaciones».

Custodiado por los franciscanos desde hace décadas, más de un centenar de ultraortodoxos se manifestaron la semana pasada a sus puertas para llorar por un acuerdo que las autoridades israelíes se han apresurado a negar, y protestar por la misa privada que, como sus predecesores, oficiará en su interior Bergoglio.

«Estamos preocupados por el futuro del país porque son radicales cuya fuerza reside en la impunidad. No tememos por la seguridad del papa, si no por Jerusalén», explica el padre Jamal.

Un temor que se une al miedo que el Patriarcado Latino tiene a que Francisco camine por una ciudad vieja «fantasma» en Jerusalén, con las callejuelas vacías y los fieles bloqueados extramuros, debido al toque de queda que creen decretará el Ejército israelí.

«Jerusalén es una ciudad cada vez menos accesible para los cristianos», denuncia, por su parte, Hindi al-Jury, abogada y ex ministra palestina.

«Le pedimos al papa que rece para que Jerusalén sea la ciudad de la paz, una ciudad inclusiva y no solo judía, y que anime a la iglesia a trabajar contra la injusticia» y en favor del diálogo interreligioso, agrega.

Y esos son, según la Iglesia, los otros pilares del primer viaje del pontífice a Tierra Santa, a donde llegará acompañado de un rabino y un sheij argentinos.

Transmitir un mensaje de conciliación en medio de la violencia radical y los llamamientos de algunos políticos israelíes a la anexión frente al diálogo con los palestinos, y a la exigencia de que estos reconozcan la naturaleza judía del estado de Israel, algo a lo que se oponen incluso los judíos laicos.

«Como hombre de religión, el papa se preocupa por los seres humanos. Él va a hacer, como siempre, una gran defensa de todos los que sufren, incluidos los palestinos», concluye el antiguo Patriarca Latino, Michel Sabah.