José Rodríguez Carballo: «Confiamos en que el papa Francisco pueda venir a Santiago en el 2015»

Lucía Rey
Lucía Rey LUGO / LA VOZ

SOCIEDAD

ALBERTO LÓPEZ

El franciscano ourensano, considerado la mano derecha del pontífice, visitó ayer Lugo

05 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El 6 de abril del 2013, tres semanas después de ser elegido, el papa Francisco inició la renovación de la curia romana nombrando a José Rodríguez Carballo (Lodoselo, Sarreaus, 1953) como secretario para la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada y arzobispo de Belcastro. El fraile ourensano, considerado como la mano derecha del pontífice, estuvo ayer en Galicia para conmemorar el quincuagésimo aniversario de Cáritas Diocesana de Lugo. Fue allí donde expresó su confianza en que el papa visite Galicia el próximo año.

-La invitación al Santo Padre ha sido cursada, y puedo decir que con ilusión está pensando en la posibilidad de venir a Galicia. Y ojalá, porque es el deseo de todos los gallegos y de la Iglesia en Galicia, que podamos tenerlo entre nosotros. Este año, con motivo del octavo centenario de la peregrinación de San Francisco a Santiago, ya es imposible porque la agenda está llena. Pero ojalá que con motivo del «año teresiano», aprovechando que viene a España, pueda dar un salto desde Ávila a Santiago o desde Santiago a Ávila. Confiamos en que pueda venir en el 2015. Por ahora no puedo decir otra cosa porque no hay otra respuesta.

-¿Está renovando el papa Francisco la Iglesia?

-La Iglesia no cambia. La de Benedicto XVI y la del papa Francisco es la misma porque está gobernada por el Espíritu Santo. Lo que cambia es la imagen, y esto es importantísimo. Yo trabajo en la plaza de San Pedro y los miércoles es realmente impresionante. A partir de las cinco y media de la mañana está llena de gente, y eso que la audiencia empieza a las diez. Es una fiesta. Y no cabe duda que es, en gran parte, gracias a un papa que como pastor huele a oveja, según la expresión que el mismo usó el jueves Santo pasado. Es un papa que tiene contacto con la gente y quiere una Iglesia que esté con la gente.

-¿En qué se debe traducir esa relación con la gente?

-En la labor de Cáritas, por ejemplo. Muchas veces me pregunté: «¿Qué sería de tantos pobres que acuden a Cáritas si Cáritas cerrase las puertas? ¿Qué sería de esa gente que va a comer al comedor San Froilán, en Lugo, o a otros sitios? Por eso creo que en este momento difícil que está atravesando la sociedad en general y la española en particular, la labor de Cáritas merece todo nuestro aplauso y nuestra gratitud. Sobre todo por tantos voluntarios anónimos. Es el momento de estar vigilante y de trabajar con pasión para salir al paso y dar una respuesta adecuada a las nuevas pobrezas que se están presentando.

-¿Cuáles son a su juicio esas «nuevas pobrezas»?

-Pienso por ejemplo en el trabajo con víctimas de dependencias, como la droga en todas sus formas. O dependencias del alcohol, del sexo, de las máquinas de juego, de Internet...

-¿Se refiere también a la pobreza provocada por las injusticias sociales que se están acentuando con la crisis?

-Toda pobreza, de ayer, de hoy y de mañana, es causada por la injusticia. A raíz de ella unos tienen de todo y más, y a otros les falta de todo y más. Si reinase la justicia no habría pobreza. ¿Cuántas personas podrían tener una alimentación digna con los alimentos que se tiran? ¿Cuántas vidas se podrían salvar en África con las medicinas que se tiran? Toda pobreza es fruto de la injusticia, por eso Cáritas está llamada también a prestar su voz a los que no tienen voz, a los pobres, a los excluidos, y a luchar por la justicia. Y luchar por la justicia no es meterse en política, sino asumir el Evangelio como forma de vida. Me viene a la cabeza una frase del obispo Helder Cámara, que decía: «Cuando doy pan a quien tiene hambre me dicen que soy un santo, y cuando me pregunto por qué ese pobre no tiene pan dicen que soy comunista».

-El papa dejó abierta la puerta hace poco al debate del celibato...

-Para mí el celibato es un gran don, una gracia que supone renuncias para quienes hemos sido llamados. Y unir la crisis de vocaciones al celibato me parece simplificar mucho las cosas.

-¿Viene a Galicia con frecuencia?

-Siempre que puedo, y en verano me gusta pasar tiempo en mi pueblo, que, para mí, es el más bonito del mundo.