Ante los anuncios de posibles nuevos tratamientos, los profesionales sanitarios llaman a la prudencia. Según José María Miró, presidente de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), es «difícil» saber la efectividad de un medicamento si no ha pasado pruebas clínicas con placebos y un grupo de sujetos amplio. Pero ante este caso, en el que «no hay tiempo» para testarlos, lo único que se podría hacer para determinar la efectividad del fármaco en humanos es llevar a cabo un seguimiento a los infectados a los que se les administre.
En opinión de Miró, la curación de los dos pacientes estadounidenses a los que se había dado ZMapp no se puede «achacar» al suero. «Es difícil saber qué porcentaje de la cura es por la vacuna y qué porcentaje porque formaban parte del grupo del 10%-40% que se salva».
De acuerdo a Farmaindustria, la patronal española del sector farmacéutico, desde que empieza la investigación de un medicamento hasta que este llega al mercado transcurren de 10 a 15 años, la mayoría de los cuales -más de la mitad- corresponden a los ensayos clínicos, o sea, a pruebas en humanos, y a la posterior aprobación del medicamento. Así pues, saltándose esa parte del desarrollo, el tiempo se reduce a unos cuatro años, los que corresponden a la fase de pruebas en animales.
Por otra parte, hay que tener en cuenta la rentabilidad económica de una enfermedad cuya tasa de mortalidad puede llegar al 90 %. Dado que la aceleración de la investigación de los fármacos hizo que las acciones de algunas compañías, como la canadiense Tekmira, se revalorizaran un 50% en tres meses.