Siglas y números pueblan los envases menos observados de la casa
27 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Los fármacos están en todas las casas pero apenas nadie se fija en los envases, y la mayoría de los símbolos nos resultan desconocidos. ¿Qué hay que leer en el empaquetado de un medicamento? Marga Muñoz, vicepresidenta del Colegio de Farmacéuticos de A Coruña, desgrana el contenido de una caja y explica los datos fundamentales que ofrece, que se pueden dividir en tres grandes capítulos: la identificación del producto, la información médica complementaria y los sistemas de control. Ella aconseja aprender a mirar la caja como hacemos «con los paquetes de la comida, en los que antes nadie se fijaba».
Muñoz cree que los pacientes deben saber cuatro datos fundamentales: qué es (por ejemplo, un antibiótico), para qué sirve (para la infección de garganta), qué tiene que tomar (una pastilla con el desayuno, comida y cena) y durante cuánto tiempo (ocho días). «Nadie debe marcharse de la farmacia sin saber esto», aconseja.
Identificación
Nombre. El comercial, por ejemplo Aspirina. En caso de tratarse de un genérico, debe llevar primero el principio activo (ácido acetilsalicílico) y seguido el laboratorio (Cinfa, por ejemplo).
Miligramos. Pegado al nombre, los miligramos de la dosis. Es importante y el paciente apenas se fija, aun cuando en casa puede tener el mismo producto en dos versiones diferentes (ibuprofeno de 400 o de 600 gramos, por ejemplo), y no es lo mismo tomar una pastilla que otra.
Principio activo. En los fármacos con nombre propio, el principio activo debe estar visible, y normalmente se coloca debajo.
Presentación. Si son pastillas, jarabe, parches... También debe ser visible (hay personas que no soportan un tipo de presentación).
Cantidad. Hay que tenerlo en cuenta por si nos llevamos más producto del que vamos a consumir (por ejemplo, omeprazol, que si no se toma con frecuencia puede acabar caducando, porque hay cajas de hasta 300 cápsulas).
Información complementaria
Siglas. Información variada: desde que se trata de un medicamento de larga duración (MLD) a que es un genérico (EFG).
Dibujos. Círculos, relojes de arena o estrellas aportan información sobre el contenido: psicotrópico, estupefaciente o simplemente que necesita frío.
Alertas. Al estilo de las señales de tráfico, avisan de peligros: puede afectar a la capacidad de conducción (un coche dentro de un triángulo), puede tener radiactividad (el yodo radiactivo, por ejemplo) o la alerta de que es un gas medicinal inflamable.
Leyendas. El laboratorio destina este espacio para destacar lo que prefiera: que necesita receta médica, que debe llevarse a punto Sigre para el reciclaje, que no debe estar al alcance de los niños...
Espacio blanco para la posología. Es un espacio no obligatorio pero que cada vez tienen más productos. El cuadro blanco permite al farmacéutico indicar la posología y duración del tratamiento: «Suelo poner -explica Marga Muñoz- los comprimidos y las horas a las que deben tomarse [después de hablar con el paciente], por ejemplo, a las 8, 16 y 24 horas, y durante cuántos días».
Control
Código Nacional. Son seis cifras seguidas de un punto y un dígito más, que se obtiene por un logaritmo y cuya finalidad es evitar falsificaciones, como la letra del DNI. Solo es un medicamento si el número es superior a 600.000. Fijarse es un buen truco para saber si se trata de un producto homeopático.
Código de barras. Los fármacos españoles empiezan todos por 847000 y a eso se le suma el código nacional.
Cupón. Es con lo que se queda la farmacia y tiene un resumen de toda la información anterior con las siglas ASSS si entra en la Seguridad Social. El farmacéutico lo guarda y lo envía al Sergas para controlar que ese fármaco ha sido vendido.
Laboratorio. Debe aparecer el nombre y la dirección de la fábrica responsable, y cada vez es más frecuente que se añada el teléfono para información del paciente.
Lote y caducidad. Suele ocupar un lateral de forma exclusiva. La caducidad es de cinco años. Si se pasa la fecha, el laboratorio que lo ha fabricado no garantiza que sea eficaz.
El cupón sigue enviándose al Sergas a la espera de la normativa de trazabilidad
«Cuando un paciente pide Tromalyt 150 lo primero que piensa un farmacéutico es en cortar el cupón», dice Marga Muñoz. Y es que pasar el cúter en ese caso resulta una lata porque el cupón de control hace esquina, tiene un ángulo.
Los farmacéuticos siguen teniendo que recortar el cupón, que pegan ya no en la receta -en Galicia es electrónica desde hace años- sino en una hoja especial. Durante un mes acumulan estas hojas y al finalizar el período las envían en una caja cerrada al colegio, que a su vez lo remite al Sergas. Este servicio puede hacer una inspección a cualquier caja cuando lo desee.
Vicente Jairo Álvarez, presidente de los farmacéuticos de Ourense, reconoce que «es una pérdida de tiempo enorme», tanto delante del paciente como después, para comprobar que todo esta bien y preparar el envío. Sin embargo, hasta que la agencia española del medicamento (Aemps) concluya su normativa de trazabilidad, este es el único sistema posible. «Por el momento -dice Álvarez- el código de barras identifica el producto, no a la caja en cuestión. Sé que el sistema para identificar uno a uno los fármacos está bastante avanzado, pero todavía no se aprobó. Afecta sobre todo a las fábricas y a los distribuidores. Nosotros nos adaptaremos, como siempre hemos hecho».
Lo mismo dicen desde el Sergas: «Es una normativa estatal -puntualizan- y la Xunta solo cumple su parte». Eso sí, recuerdan desde Santiago que «Galicia es puntera en tecnología, nosotros tenemos receta electrónica desde hace años y otras comunidades estudian implantarla en el próximo ejercicio».
Poco stock por el descenso constante de los precios
En los últimos años en las farmacias suele haber poco stock. El motivo es el descenso constante de los precios, que puede acabar repercutiendo en el bolsillo del boticario. Este recibirá el dinero del precio que tenga asignado el producto en el momento de la venta. Además, los servicios de entrega son muy rápidos, y normalmente se hacen dos repartos al día, lo que permite tener abastecida la farmacia. «Cada uno sabe cuáles son los fármacos que tienen más salida en su zona», reconoce Muñoz.