Un estudio español halla indicios de que la corteza se está expandiendo. Si se rompe, el magma saldrá y se solidificará. Será el lecho de un nuevo océano
15 may 2019 . Actualizado a las 13:19 h.Es un proceso silencioso y lento, muy lento, pero que podría estar dando lugar a la creación de un nuevo océano en la Tierra. A miles de kilómetros, en el fondo del mar de Bransfield, la lengua de agua que separa las islas Shetland de la península antártica, la corteza terrestre se está adelgazando y expandiéndose como un chicle. Han surgido ya las primeras grietas, pero aún no se ha roto. Si lo hace, el magma saldrá hacia afuera y se solidificará. Será el lecho de un nuevo océano. Estas evidencias son el fruto de la investigación científica que España realiza en el Ártico y que fueron presentadas esta semana en las jornadas sobre Seguridad, Defensa, Tecnologías Matemáticas y Computacionales organizadas en la Facultad de Informática de A Coruña por el Instituto Tecnológico de Matemática Industrial (Itmati), la UDC y el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional, entre otras instituciones.
El estudio de las anomalías magnéticas y de la gravedad en la zona, unido a la existencia de una alineación de volcanes submarinos, es lo que ha permitido concluir «que se está produciendo un proceso de apertura, aunque no sabemos si la situación es tal que permite al magma salir al exterior, con lo que se estaría empezando a crear fondo oceánico, o si la ruptura aún no ha alcanzado ese nivel», explica Manuel Catalán, jefe del Servicio de Geomagnetismo del Real Instituto y Observatorio de la Armada (ROA) y coordinador de la estrategia científica de España en el Ártico y Antártico.
Lo más probable es que la gestación del nuevo fondo oceánico se encuentre en una situación inicial, que sea solo el principio de un complejo y pausado proceso geológico en el que también se ha empezado a apreciar un fenómeno de separación entre el archipiélago de las Shetland y la Península Antártica. Si irrumpe un nuevo mar cambiará la distribución de las masas continentales, las corrientes marinas, que deberían adaptarse a la situación, e incluso el clima. Pero los humanos actuales nunca lo veremos.
«Todo esto -apunta Catalán- se desarrollará a escalas temporales de millones de años, en las que la vida de una persona ni siquiera sería un pestañeo». ¿Para qué sirve entonces la investigación que se está realizando? «Para que el ser humano comprenda un poco mejor cómo funciona la naturaleza», advierte Catalán. Y en la generación de este nuevo conocimiento la Antártida supone un enorme laboratorio vivo al servicio de la ciencia mundial, aunque procesos geológicos que pueden propiciar la formación de nuevos océanos también se están observando en el Mar Rojo o en el Golfo de Aden.
«El Atlántico se está abriendo»
El estudio español de la Antártida, en una investigación que está a punto de salir a la luz, también arroja evidencias que parecen apuntalar una vieja hipótesis: la existencia de un trasvase de masa entre el Océano Pacífico y el Atlántico. «El Atlántico -apunta Manuel Catalán- se está abriendo y perdiendo masa de magma para crear fondo oceánico. Pero tiene que existir un equilibrio y lo que se pierde por un lado se gana por otro y nosotros encontramos indicios de que se está ganando masa por el Cabo de Hornos».
El Ártico y la Antártida también son un magnífico laboratorio natural para estudiar el cambio climático. Si bien es cierto que el deshielo es muchísimo más acusado en el Ártico, donde la superficie de hielo en verano se ha reducido en más de un 40 % del total, no lo es menos que de este fenómeno tampoco se escapa el continente del sur, especialmente en el este, en la zona de la península antártica. «No queremos ser alarmistas, pero tampoco podemos ser ciegos ante esta situación. Aunque en la Antártida no tanto, en el Ártico tenemos por delante un horizonte muy oscuro», advierte Manuel Catalán.