Los niños del centro escolar arousano almuerzan la misma sopa de lentejas que se sirve en los campamentos en los que se hacinan quienes huyen de la guerra de Siria
18 feb 2017 . Actualizado a las 09:28 h.«Para mi cumpleaños quiero que en Siria todos se sientan felices». Este es el deseo de una niña de tercero de primaria del colegio de Mosteiro, en Meis. «Yo quiero que venga un avión a recoger a todos los niños sirios», añade uno de sus compañeros. «Siento lo que os está pasando, no os rindáis», insiste un tercero. A pesar de su edad, conocen lo que están sufriendo los pequeños que habitan los campos de refugiados. Porque sus profesores decidieron darle una nueva dimensión al Día de la Paz y dejar de lado celebraciones simbólicas para sumergir a los estudiantes en el conflicto. La respuesta «ha sido increíble», explica Javier Prado, uno de los maestros. Los alumnos se han volcado en mandar mensajes de ánimo, en recaudar fondos y en conocer el país. Tanto, que el comedor escolar sirvió ayer platos de origen sirio, entre ellos, la sopa de lentejas naranjas que comen los pequeños en los campos de refugiados.
«Non tiñamos nin idea do que estaba a pasar, foi un descubrimento», explica otro alumno, en este caso, de tercero de ESO. Diversas actividades, adaptadas a las diferentes edades de los niños, les han permitido conocer qué está sucediendo en Siria. «Se les explicó dónde estaba el país y se trató de que empatizaran con los niños y se pusieran en su situación», añade Prado. Participaron, incluso, en una vídeo conferencia con la ONG Proactiva Open Arms. Todo ello les ha dejado impactados. No sabían «que a xente tivo que irse do seu país», «que caen bombas en hospitais e colexios», «que a xente está morrendo no mar», añaden. Así que decidieron aportar su granito de arena. Los mayores les escribieron cartas a los refugiados: «dende a miña ignorancia non entendo por que tedes que sufrir tanto», escribe José Ramón. «No nos vamos a rendir y tú tampoco puedes hacerlo, sigue siendo fuerte», añade Paula. «Quero mandarte un sorriso para darte esperanza e para que saibas que hai alguén que te apoia», añade Mayca. Los pequeños les mandaron mensajes de esperanza para que «non renunciedes aos vosos soños». Y entre todos han puesto en marcha campañas para recaudar fondos. Hay huchas por todo el colegio y han decidido que la carrera que hacen todos los años tenga, en esta ocasión, carácter benéfico.
La campaña llegó ayer al comedor escolar. Los estudiantes degustaron, de primero, una sopa de lentejas naranjas, un plato que se sirve en los campamentos de refugiados. Un segundo a base de Hubbie, un guiso de pollo típico de Damasco, y también un postre con dátiles. Lo suyo solo es un gesto. Pero como decía el escritor Eduardo Galeano: «Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo». En Meis están convencidos de que es así.