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Surfeando las olas y la vida a ciegas

Elena Silveira
Elena Silveira OLEIROS / LA VOZ

SOCIEDAD

CESAR QUIAN

Marina Blanco, de 16 años e invidente, practica surf con sus compañeros de aula y asiste a clases de piano y de yudo

19 may 2017 . Actualizado a las 12:34 h.

Marina es una de esas personas que inspiran admiración. De esas que hacen que te preguntes si tendrías su coraje, su resolución y su entusiasmo en caso de estar en su piel. Porque lo suyo tiene mérito... Marina Blanco tiene solo 16 años y es invidente. Está en cuarto de ESO, es una alumna sobresaliente y, además, practica yudo, va a clases de piano en el conservatorio y, de vez en cuando, se viste con el neopreno para practicar surf. No es que sea una profesional, pero ya se ha subido a la tabla en tres ocasiones. La última, ayer. En una actividad escolar junto a sus compañeros del IES Rafael Dieste de A Coruña.

Para hacerle unas preguntas la sacamos del agua. Aparece con su neopreno y guiada por Fran, el monitor de surf. «¡Pero qué valiente eres!» «Bueno, no es la primera vez», contesta. Porque ya surcó olas en Razo y en A Lanzada. «Esos fueron mis otros contactos con las olas», dice. Reconoce que cuesta un poco mantener el equilibrio sobre la tabla, sobre todo de pie, pero ella se enfrenta a otros retos más difíciles todos los días. «¿Si me da miedo? No, no, con el monitor al lado no tengo miedo. Otra cosa sería tener que hacer surf sola».

Ayer no había buenas olas en la playa de Bastiagueiro (Oleiros), donde cuarenta alumnos soportaban con estoicismo el viento y, por momentos, la lluvia. «Nada, con el neopreno no tenemos frío», explica Mar Seara, profesora de música y una de las docentes que acompañó a los estudiantes a esta actividad en la playa dentro de la asignatura de Educación Física. Ella cuenta algo más sobre Marina: «Es una alumna excepcional. Abierta a todo y con muy buen talante. Siempre dispuesta, amable, buena estudiante y con mucho interés». Dice también que tiene un oído privilegiado y, por ello, es difícil que suspenda la asignatura que ella imparte. «Tiene todo adaptado a su discapacidad. Además, en el centro cuenta con el apoyo de muchos educadores, especialistas así como de la ONCE. Pero todo lo supera con creces con su actitud positiva», añade. ¿Y cómo afronta el futuro una joven invidente que incluso se atreve a esquiar? Pues como todos los adolescentes... con algunas dudas. «Ahora mismo me gustaría estudiar Geografía e Historia, pero no lo tengo muy claro. Quizás cambie de opinión, pero ahora me inclino por esa carrera».