Tato Vázquez Lima: «El síndrome del sanitario quemado es en sí una segunda pandemia»

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

MARTINA MISER

«Que un paciente esté en una cama en un pasillo condiciona su dignidad y su intimidad»

16 nov 2020 . Actualizado a las 18:20 h.

Desde hace unas semanas, el epicentro de las urgencias españolas está en el Hospital do Salnés. Tato Vázquez Lima acaba de asumir la presidencia de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), que agrupa 12.000 socios del ámbito de la medicina, enfermería y técnicos de emergencias. Lo hace en medio de la segunda ola del covid-19. «Es un reto mantener la actividad de la sociedad en una situación de pandemia», reconoce. Por lo pronto, el congreso de la sociedad, que iba a celebrarse en Vigo, ha quedado pospuesto hasta el año 2022.

-Llega la presidencia de Semes cuando las urgencias son uno de los parapetos de la segunda ola.

-La realidad de muchos servicios de urgencias y algunos de emergencias es que las condiciones distan mucho de ser las idóneas. Pasan cosas tan curiosas como que el porcentaje de temporalidad de algunas profesiones médicas ronda en España el 30 % y en las urgencias de algunas comunidades se acerca al 50 y 60 %. Hay comunidades que no convocan plazas de médicos de urgencias desde hace 20 años. Esto es una segunda pandemia, el burnout, y contribuye a que los profesionales que han estado en primera línea estén quemados. No le puedes exigir más a esta gente. Lo primero que tenemos que hacer es respetarlos, consolidarlos y que tengan una estructura y jerarquía como cada servicio de hospital. Y en situación de pandemia todavía más.

-La semana pasada comparecía en el Parlamento y hablaba de una descapitalización de la sanidad.

-Desde hace tiempo da la sensación de que urgencias no es un servicio importante, con profesionales que trabajan durante un tiempo y luego se van a otro servicio. Esto es todo lo contrario a la calidad asistencial y no ocurre en ningún otro país de Europa. Esta es una de las claves de que estos servicios estén llegando a un límite de capacidad, aunque con variaciones importantes por comunidades autónomas.

-¿En Galicia?

-Aquí no puedo decir nada. En el 2007 se estableció la estructura, organización y condiciones laborales y marcó un antes y un después. Las plantillas tienen algún problema, pero en general están bastante bien dimensionadas.

-También se ha aprobado una orden de tiempos máximos. ¿Funciona?

-Uno de los problemas que tienen los servicios de urgencias es el drenaje. La única forma de que pueda serguir atendiento gente es que los espacios no estén ocupados por pacientes pendientes de ingreso. Para cambiarlo hay que cambiar la mentalidad del hospital en su conjunto. Ya sé que en algunos hospitales no se está cumpliendo, pero el primer paso es tenerlo reconocido por la Administración. Si lo reconoce puedes trabajar para ir en esa dirección. Si no, es imposible y el perjudicado es el paciente. Que un paciente esté en una cama en un pasillo condiciona su dignidad y su intimidad.

-¿Hacemos tan mal uso?

-Es cierto que en ocasiones se hace un uso inadecuado, y hablo antes de la pandemia. Pero hay dos cosas que influyen es esto: Si hay un problema para acceder a otro nivel asistencial la gente busca soluciones. Y creo que no hemos sido capaces, me refiero a toda la sanidad, de explicar a la población lo que cuestan y para qué estan los diferentes servicios.

-En la primera ola si que se hizo esa buena comunicación y la población respondió.

-La reducción en la primera ola fue de un 40 y hasta un 60 % en algunos servicios. Fue sistemática y por supuesto nos ayudó a trabajar.

-Otra de las frases de la comparecencia: usted decide cómo se forman los urgenciólogos europeos pero no tiene especialidad porque no existe en España.

-Es una anornmalidad española y difícil de entender. Existe la Unión Europea de Médicos, un órgano asesor de la UE con respecto a la formación. Yo soy el representante español en esa unión, y yo decido como es la formación de un especialista en urgencias y emergencias en Italia, Francia, Suecia o Gran Bretaña. Pero yo no tengo título.

-Parece un chiste.

-Es un sainete. El currículo europeo de medicina de urgencias y emergencias está aprobado desde el año 2009 y es común para todos los países de la UE, que lo adaptan a sus características específicas.

-Pero si no hay especialidad no hay nada que adaptar.

-En el 2016 España crea la especialidad de medicina de urgencias en el ejército pero no en la vida civil. En el 2019 la OMS recomendó a todos los estados miembro que profesionalicen y especialicen sus servicios de urgencias y emergencias como una garantía de calidad, equidad y salud. A veces tengo la sensación de que estamos en muchas instituciones europeas y mundiales que nos dicen lo que tenemos que hacer y a nosotros nos entra por un oído y nos sale por el otro.

«Lo que te salva la vida en un accidente es alguien experto» 

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, se ha comprometido a crear una especialidad de urgencias, algo que reclamaron el Congreso y el Senado en el año 2018. Vázquez Lima alerta de que la falta de un mir compromete el futuro de los servicios.

-Cada uno se formó en su especialidad, le gustaban las urgencias y se formó por su cuenta. Esto es lo que ha pasado en España en los últimos 20 años. ¿Qué hacemos los coordinadores y jefes de servicio? Cuando llega gente nueva, que sabemos que no tiene la formación específica en urgencias, la combinamos con gente veterana para proteger la atención de calidad. Lo que hacemos es por responsabilidad propia. Y como no lo resolvamos no hay recambio generacional.

-¿Cuándo podría empezar los problemas?

-Llevamos cuatro o cinco años con ese problema en muchas épocas del año. Las huelgas de residentes que ha habido, aparte de por sus condiciones, eran porque en muchos hospitales ponen a residentes de otras especialidades a atender urgencias. Yo no tengo nada en contra de que un residente venga de otra especialidad a aprender cómo se funciona en urgencias, pero lo que no puede ser es que un servicio funcione a base de residentes de otras especialidades. Este verano ha habido problemas muy, muy serios para cubrir la demanda asistencial. Sé de compañeros en algunas comunidades que han hecho diez, doce y hasta quince guardias en un mes. Y en algunos hospitales se dio la orden de que otras especialidades bajasen a atender urgencias.

-Y volvemos a la especialidad.

-Es que si no desmantelas el servicio. Lo que te salva la vida en un accidente de tráfico es tener a alguien experto, que sepa tomar las decisiones adecuadas en el momento adecuado. Es lo que llamamos el aquí y ahora. Esos diez minutos, esa primera hora, es lo que condiciona que vivas o mueras. Necesitamos entre 400 y 500 residentes cada año, aunque en nuestra propuesta hablábamos de que en la primera promoción se formasen 150 residentes, el número que necesita el sistema para garantizar la cobertura de las jubilaciones. Esto es aplicable a la enfermería, tenemos que tener enfermería de primer nivel en los servicios de urgencias. En una uvi móvil van un médico, un enfermero y dos técnicos de emergencias y tienen que ser los mejores.

-¿También hay que hacer cambios en las condiciones de los técnicos de emergencias?

-Su actividad está regularizada en algunos servicios, pero en otros no tanto. Además de la formación, son necesarias unas condiciones laborales y retributivas adecuadas. Y en algunas comunidades no pasa. Esa es la realidad de nuestro sistema, que está cogido con hilos. 

-Esa es una de las frases de esta pandemia.

-Llevamos diez años diciendo que esto hay que regularlo, que hay que garantizar un nivel de competencia para trabajar en estos servicios. Y ahora lo vemos. También es cierto que hay que agradecer a todos los profesionales de los servicios de urgencias y emergencias. Demostraron que tienen vocación.