La nueva edición del concurso ya ha encontrado la dodis de polémica que llevaba dos semanas buscando: un triángulo amoroso que, en las últimas 48 horas, ha dado un inesperado giro de 180 grados
06 oct 2014 . Actualizado a las 15:38 h.Gran Hermano 15 arrancó con fuerza, pero pronto perdió fuelle. La estampida del concursante mexicano -que abandonó voluntariamente la casa alegando motivos personales- y las extremas reacciones de Shaima consiguieron abrir el apetito de los telespectadores, pero ni la expulsión de Paco, ni la baza de los hermanos que no se conocían, consiguió mantener el ritmo. Y entonces el concurso empezó a desinflarse. Pero a los de Telecinco aún les quedaba un as en la manga: la empalagosa relación entre Paula y el despechado Omar, al que su novia había abandonado cuatro días antes de entrar en la casa. Con todos estos ingredientes y la audiencia pidiendo a gritos polémica, Gran Hermano introdujo el pasado jueves en el hogar de Guadalix a la tercera persona en discordia: Lucía, la exnovia. Y agitó bien fuerte.
A Omar y a Paula le bastó menos de una semana de convivencia en Gran Hermano 15 para poner en marcha algo que iba más allás que una amistad. Primero fueron los arrumacos y, al cabo de unos días, el madrileño y la hawaiana -como conocen a Paula en el concurso, por haber pasado una larga temporada en Hawai- ya estaban jurándose amor eterno. Esta «magnificación de los sentimientos», a la que siempre apelan los valientes que han pasado por la casa de Guadalix, volvió a hacerse evidente una edición más. En menos de quince días Omar tenía claro que Paula era la mujer de su vida. Y, aunque al madrileño le costaba sacarse el nombre de su exnovia de la boca, la relación entre ambos empezó a prosperar. Y, entonces, llegaron los fantasmas.
La marcha de Papirrín, del que nunca supimos nada más, la pagó Paula, huérfana de compañero de concurso. Así, Gran Hermano, dispuesto a cubrir el puesto vacante, le brindó a Lucía, la ex de Omar, la oportunidad de unirse al juego. Y Lucía entró en la casa. Le faltó tiempo para anunciarle a su sustituta quién era ella y para pregonar que su incorporación no respondía a una pataleta por el romance entre su exnovio y Paula, sino a sus ganas de vivir la televisiva experiencia.
Durante un día, sus canciones y su sonrisa convencieron a la mayoría de los espectadores y a la minoría de los concursantes de Gran Hermano. Sus compañeros empezaron a sospechar de sus intenciones; Paula reclamó su lugar, pegándose todavía más a Omar, y este reaccionó a la defensiva, repitiendo una y otra vez que quería estar con Paula y que nada iba a cambiar con Lucía dentro de la casa. Pero las cosas sí cambiaron.
La fiesta de la noche del viernes al sábado propició un nuevo reparto de papeles en el triángulo amoroso. El alcohol fue el detonante. Y lo demás lo hicieron los recuerdos. La celebración, que arrancó con Paula y Omar comiéndose a besos acabó con Lucía y Omar durmiendo en la misma cama. ¿Qué pasó durante la madrugada? Después de que el madrileño le jurase a Paula que ya no sentía nada por su exnovia, de que le pidiese a sus colegas que se la sacasen de encima y de recordarle a la propia Lucía que había sido ella quién le había dejado antes de entrar en el concurso, la hawaiana se acercó a la chica nueva para enterrar el hacha de guerra. Todo estaba claro. Omar la quería a ella. Había pasado página. Lucía, que parecía entenderlo bien, le pidió que no le hiciese daño. Y entonces se derrumbó.
Arrancó aquí una larga sesión de llantos y lamentos que Omar intentó calmar sin éxito. Ambos dejaron a Paula al margen y se trasladaron al vestidor a hablar, una conversación en la que Lucía acabó reprochándole que tirase por la borda toda su historia de amor y en la que Omar le confesó que, a pesar de todo, creía que ella sería la madre de sus hijos. El íntimo momento marcó el antes y el después del dichoso culebrón. La charla evolucionó a una desconsolada confesión de Lucía ante el Súper: seguía enamorada de Omar. La última concursante en entrar en Gran Hermano 15 se hizo pedazos dentro de las paredes del confesionario, reconoció que no entendía la vida sin Omar, que lo echaba de menos, que no quería estar sin él. Mientras, Paula esperaba y esperaba. Hasta que la rubia también explotó.
Cuando Omar finalizó su conversación con Lucía, acudió a darle explicaciones a Paula. Pero Lucía apareció en escena, atacando a la hawaina que, cansada de la situación, sacó a la luz todo su carácter. La victoria de esta batalla por el corazón de Omar se la puso en bandeja el madrileño a su exnovia cuando, rompiendo una lanza a su favor, le pidió a Paula que le hablase con respeto. «Yo no tengo que pedirle perdón a nadie», respondió la rubia.
Cuando las aguas parecían calmadas y Paula decidió irse a dormir, Omar y Lucía, que se quedaron juntos en el salón, sellaron su reconciliación con un beso. Y Omar amaneció en la cama de su exnovia. Con la mañana llegaron la reacciones. La decepción de Paula se hizo evidente con sus lágrimas y arropada por todos sus compañeros se sentó a la mesa para escuchar las disculpas de un Omar dispuesto a darle una nueva oportunidad a su relación con Lucía. «Me has decepcionado, y ahora como persona te tengo por el suelo», le contestó Paula. Mientras, algunos de los concursantes de Gran Hermano 15 no dudaron en respaldar la opinión de la rubia. «Te has dejado manipular, Omar», opinó Fran. «Hay que pensar las cosas antes de hacerlas y antes de hacerle daño a otras personas».