Los coruñeses aspiran a certificar la permanencia con un triunfo frente a un Villarreal de suplentes
08 may 2016 . Actualizado a las 16:15 h.El Dépor aspira a mucho más que tres puntos esta tarde en su visita a un Villarreal de vacaciones. La victoria se revelaría definitiva para asegurarse la permanencia en Primera División por tercera campaña consecutiva. El objetivo ansiado se haría realidad por fin en la penúltima jornada liguera. Pero, además, por si esta meta no se revelase trascendental para el club, los tres puntos apaciguarían las dudas sobre un equipo que lleva semanas dando tumbos. Cualquier otro resultado le dejaría a merced de sus adversarios por la salvación y, en casi todas las combinaciones, pospondría el desenlace de su suerte liguera a un último partido en Riazor contra el Madrid que en este momento nadie se quiere imaginar.
La segunda vuelta ha mostrado con sorprendente acritud los defectos de ese bloque que había comenzado la competición serio y competitivo, sin un juego brillante, pero esforzado por dar guerra durante los noventa minutos. La acumulación de empates y derrotas, así como la ausencia absoluta de autocrítica, acabó por borrar todas las señas de identidad de un Dépor que se creyó libre de urgencias, pero se ha visto involucrado en una lucha por la permanencia en la que ahora podría salir malparado.
Es probable que se mantenga en Primera con los 39 puntos actuales, pero la desconfianza en esta plantilla y este técnico se volverían insoportables. No es solo que unos y otro hubieran defraudado al arrebato de ilusión generado en los cuatro meses y medio iniciales de campeonato. Sobre todo se correría el riesgo de trasladar a la próxima temporada esta desidia, los partidos paupérrimos, especialmente en Riazor, y las malas sensaciones. Y este sí que es un daño a evitar.
El Deportivo, que no ha ganado ninguna de las once últimas jornadas, en las que ha encajado cerca de dos goles por partido (una estadística inflada, sin duda, por el 0-8 contra el Barça), afronta la oportunidad de zanjar la temporada con la satisfacción del deber cumplido. Todo pasa por recuperar la sobriedad defensiva y picar en ataque como al principio de temporada frente a un Villarreal cuya alineación se prevé copada de suplentes, pero con un entrenador de corazón sportinguista en el banquillo.
Una de las claves radica en la abismal diferencia de motivación y trascendencia con que un bando y otro afrontan el encuentro de esta tarde. El Submarino Amarillo, que el pasado jueves cayó goleado en Liverpool en pos del sueño de alcanzar la final de la Liga Europa, alcanza las dos últimas jornadas con la cuarta plaza y el acceso a la próxima edición de la Champions aseguradas. Su intención es festejar con los aficionados haberse destacado como el primer clasificado de la otra Liga, la que se disputa al margen de los inabordables tres grandes.
El Deportivo, que no ha ganado en sus cinco últimas visitas al Madrigal, las cuatro últimas sin siquiera marcar, debe olvidarse de lo que pudo haber disfrutado en esta paupérrima recta final de campaña y concentrarse en un partido que aún le puede dar el premio de una última jornada tranquila. Y esta meta sí que lo reconciliaría con todos.