Joselu, goleador de última hora

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

EFE

El gallego vuelve a casa para relanzar su prometedora carrera siete años después de dejar Galicia

02 sep 2016 . Actualizado a las 20:12 h.

El Almería era carne de Segunda y el Real Madrid no tenía manera de alcanzar al Barça en cabeza, así que el Bernabéu celebró el último día del curso dándose un festín con la honrilla en juego. Un 8-1 que empujó al presidente a bajar al vestuario. Allí, en medio de la euforia, reparó en el nuevo. «Llegar y besar el santo», felicitó Florentino a Joselu. El gallego había embocado a la red el primer balón a su alcance tras suplir a Benzemá en los estertores del duelo. De aquel día le quedó una estadística imbatible en Primera. Seis minutos, un gol. A partir de ahí, cualquier carrera deportiva está en riesgo. No hay manera de que el nuevo ariete blanquiazul resista la comparación con su fantasma del pasado, el que coronó uno de los mejores filiales blancos que se recuerdan.

Referente ofensivo entre los chavales que, guiados por Alberto Toril, devolvieron al Castilla a la categoría de plata tras cinco campañas enfangado en la de bronce. Por la puerta grande. Le sacaron catorce puntos al segundo (el Tenerife) y apalizaron al Cádiz y al Mirandés en la promoción de ascenso (8-1 global a los andaluces y 6-0 a los del Ebro). En esas eliminatorias brilló Joselu, con siete goles en cuatro partidos, un año después de haberle sacado punta al servicio de Cristiano frente al Almería.

Semejante bagaje le valió al joven nacido en Stuttgart, pero criado en Silleda, un pasaje a su país de origen para militar en la Bundesliga. Seis millones de euros invirtió el Hoffenheim en fichar a quien el 31 de agosto del 2009 se había convertido en el traspaso más caro pagado en España por un futbolista en edad juvenil. Pronto, a los 19, empezaba Joselu a llevarse sorpresas en el último día de mercado. Hace siete años fue para cambiar el Celta por el Real Madrid; el pasado miércoles, a las 23.57, para abandonar Inglaterra y volver a Galicia. Esta vez, al Deportivo.

De por medio, el espigado ariete (supera el metro noventa) obligó a Morata a echarse a un lado y a Jesé a buscarse la vida unos metros más atrás para hacer sitio al goleador de Valdebebas. A continuación, en el Hoffenheim, vio puerta en su tercer partido y se marcó un doblete en el sexto, pero a partir de ahí fue perdiendo fuelle. Acabada la temporada, directiva y jugador acordaron distanciarse a través de una cesión al Eintracht. En Frankfurt, el delantero recuperó la confianza y los goles volvieron. Catorce convirtió en 33 partidos (nueve en liga), para erigirse en segundo máximo anotador del equipo y encontrar un nuevo comprador para su ficha.

No llegó a salir de Alemania, porque el Hannover 96 desembolsó cinco millones de euros para convertirlo en referente ofensivo de la escuadra roja. Volvió a estrenarse con diana y se mantuvo como titular indiscutible hasta el último tramo de la competición, aunque decayó su rendimiento ofensivo (acabó con diez goles en 33 partidos).

El bajón no impidió, sin embargo, que apareciera otro postor por sus servicios. Esta vez para llevarlo hasta la Premier, enrolado en el Stoke a cambio de unos siete millones de euros. «Esto es un sueño», proclamó entonces (verano del 2015) el gallego, encaprichado con la liga inglesa. Un amor no correspondido. 

Mucha competencia

Mark Hughes no le dio mucha bola en los alfareros (apenas diez partidos como titular), decantándose como primeras opciones por Arnautovic y Bojan, así que el curso pasado concluyó con apenas cuatro goles que sumar a las cuentas del ariete. El Stoke, mantuvo este verano la superpoblación en su frente de ataque, disparándola incluso en el último día de mercado con la contratación a préstamo del marfileño Wilfred Bony, procedente del Manchester City.

Este refuerzo y la jugarreta de Álvaro Vázquez acabaron de precipitar el regreso de Joselu a Galicia. Un 31 de agosto, siete años después de abandonarla por el sur. Será esta vez en el norte donde coincidirá con varios viejos compañeros. No está ya Oriol Riera, con quien pasó un par de cursos en Balaídos, pero sí Juanfran y Mosquera, socios en la etapa más brillantes de su carrera, la que sucedió en Valdebebas con seis minutos de gloria en el Bernabéu.

«Está contentísimo, nos llamó después de que todo se concretara y fue una alegría enorme. Llamó a su madre y le dijo: ‘‘mamá, acabo de firmar y voy para ahí’’», manifestaba ayer exultante Ramón Barcala, su padre, desde Silleda. «Tenía tres ofertas importantes pero al final viene para casa». Más alegrías sobre la bocina para Joselu.