El entrenador del Dépor se formó en Lezama y llegó a debutar con el primer equipo; su padre ayudó a Mané en el banquillo de San Mamés y su tío Ander fue uno de los mejores zurdos del club
10 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Este Dépor-Athletic de este domingo (20.30 horas, beIN Sports) se convierte en un partido lleno de recuerdos para el león Gaizka Garitano. Nunca olvidará la primera vez que como entrenador se enfrentó al Athletic. Ocurrió hace cuatro años, cuando su carrera en los banquillos comenzaba en el Eibar y ya nunca pararía de crecer. El equipo guipuzcoano militaba en Segunda B, desde donde ascendería solo unos meses después, y le tocó uno de los gordos de la Copa, el finalista de la anterior edición. La eliminatoria, a doble vuelta, se resolvería en San Mamés y pocos daban un duro por él. Pero el 0-0 de la ida mantuvo las espadas en alto para la resolución, donde otro empate, esta vez a un gol, dio el pase a los armeros. La anécdota llegó días después, cuando Marcelo Bielsa, entrenador de los leones, se plantó en Ipurúa. «Para que vea que nos lo tomamos en serio», le espetó el carismático técnico argentino a un sorprendido Garitano, y le regaló una voluminosa carpeta con todos sus informes del Eibar para aquella eliminatoria.
El actual preparador del Dépor se destacó como un futbolista de maduración tardía. Cuentan que desde su casa se veían los campos de Lezama. Mediocentro táctico, de buen despliegue físico y dotes de mando, ascendió todos los escalones hacia el primer equipo. Hasta portó el brazalete de capitán (como se puede apreciar en la imagen que acompaña a este reportaje) en el filial, el Bilbao Athletic. Siempre jugó bajo la atenta mirada de su tío Ander, uno de los mejores jugadores zurdos de la historia del club, donde disputó cerca de 300 partidos de Liga antes de salir hacia el Zaragoza. Allí llegó a iniciar su carrera en los banquillos y ahora trabaja como director deportivo del Ebro, de Segunda B.
Como futbolista, Gaizka salió cedido al Lleida y volvió a San Mamés, pero cuando le tocó debutar en 1998, con 23 años, Luis Fernández le dio la alternativa en la Copa de la UEFA en Génova contra la Sampdoria. Sustituyó a Javi González a nueve minutos del final. Luego salió del club. Jugó cinco años en el Eibar y dos en el Ourense antes de regresar a Primera División con 30 años y de la mano de la Real Sociedad. Era la primera vez que un jugador de la órbita del Athletic acababa en el eterno rival. En San Mamés el asunto sentó tan mal, que inmediatamente contrataron a Zubiaurre y las relaciones entre ambos clubes se rompieron.
Derbi frente a su padre
Su padre es Ángel Ondarru, un clásico de amplio currículo en los banquillos, un entrenador de bigotes (literalmente en este caso), donde su nombre, al menos en la élite, siempre estuvo vinculado a José Manuel Esnal, Mané, otro técnico vizcaíno, metódico y de raza. Los nombres de ambos quedaron ligados para siempre a aquel sueño del Alavés, finalista de la Copa de la UEFA y que dejó un partido para la historia frente a Liverpool (5-4). Ondarru y Mané preparaban al Athletic en 1997, cuando visitaron Anoeta, pero el derbi familiar se frustró, porque en la Real, dirigida por Lotina y Ribera (quien ahora es su ayudante en el Dépor), Gaizka fue suplente y no saltó al campo. En una entrevista por aquel entonces, reconocía que su familia tenía el corazón dividido: «A mi madre ni le he preguntado con quién va. No sé qué pensará. Pero lo que sí está claro es que mi mujer, mis hijos y demás van con la Real, y supongo que los familiares de mi padre irán con el Athletic, pero no hemos hablado mucho de este tema».
La vinculación de Garitano con el Athletic no acaba aquí. Ya en A Coruña, dispone como mano derecha de una leyenda del Athletic, Patxi Ferreira, a quien había conocido como futbolista y de rojiblanco. «Gaizka y yo habíamos sido compañeros en mi última etapa en el Athletic. Él pertenecía a la plantilla del filial, pero entrenaba con nosotros y llegó a ir a alguna pretemporada», recordaba en una entrevista el que fue rocoso central y que militó luego en el Atlético de Madrid, el Sevilla o el Valencia hasta colgar las botas en el Rayo.