Un estudio indica que el 56 % de los usuarios de correo electrónico dedican más de dos horas diarias a revisarlo
24 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Poco sospechaba el escritor estadounidense Alvin Toffler cuando inventó el término infobesidad en 1970 que hoy habría millones de personas en el mundo que emplean más de dos horas diarias en leer, clasificar y contestar su correo. Claro que frente a las cartas que manejaban los trabajadores de hace cuarenta años, el correo virtual ha hecho crecer exponencialmente la cantidad de misivas que se reciben.
Según un estudio del Observatorio por la Responsabilidad Social de las Empresas de Francia (ORSE), el 38 % de los usuarios de correo electrónico debe atender más de 100 mails al día, y de ahí que el 56 % de los internautas con correo necesiten dos horas diarias para dar salida a todo lo que se les pide.
La sobrecarga puede suponer una interrupción constante, cada siete minutos de trabajo, por lo que el trabajador rompe su ritmo y al final de la jornada emplea un 30 % de su tiempo en anteponer las tareas electrónicas a las propias de su cargo. Los empleados estudiados por el ORSE creen, en un 74 %, que las interrupciones frecuentes son el mayor foco de estrés en su trabajo.
Esta tensión permanente sobre qué habrá de nuevo en la bandeja de entrada, se traduce en síntomas muy molestos: estrés, angustia, ansiedad o frustración por la imposibilidad de contestar como se desea cada caso. Todo ello supone que al final el internauta no puede gestionar bien sus correo y es víctima del estrés. Eso lo ve constantemente Carlos Martínez, director de IMF Business School, desde donde imparte cursos para gestionar la información en la oficina. Según los expertos, por ejemplo, no es conveniente consultar el correo más de 2,3 veces al día.
Víctimas y actores
La infobesidad -que se deriva de la expresión inglesa information overload (sobrecarga de información)- es, según dijo a AFP la profesora de la Universidad Católica de Lovaina Caroline Sauvajol-Rialland, «un verdadero sufrimiento. Pone a las personas en una situación de angustia constante y de frustración porque no logran seguir este flujo continuo que, en consecuencia, conduce a una sensación de impotencia y a un fuerte estrés». Y es que se vive en un doble papel: «Somos al mismo tiempo receptores y usuarios de la información, pero también transmisores de información, es decir, las principales víctimas de esta sobrecarga y también los principales actores».
Sobre infobesidad, el investigador del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS) Thierry Venin cree que se genera una espiral en la que «la urgencia sucede a la urgencia» y «cuando tenemos un minuto libre vamos al buzón de correo para ver si hay algo nuevo. Es como una adicción».