Ponía una grabadora a su hija en las visitas del padre

e.v.pita VIGO / LA VOZ

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El fiscal pide 7 meses de cárcel para la madre de una niña por desobedecer al juez y boicotear el régimen de custodias

21 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Obsesionada porque creía fijamente que su exmarido abusaba de una hija pequeña en común, una madre hizo un seguimiento a este mediante grabaciones que ocultaba en la falda de la niña cuando esta era recogida por el padre en el punto de encuentro de Aloumiño, en Vigo.

La madre compareció ayer en el juzgado de lo Penal número 3 como acusada de un supuesto delito de desobediencia al juez por boicotear el régimen de visitas del exmarido a su hija en común. El fiscal pide para ella siete meses de cárcel y el padre, que ahora tiene la custodia de la pequeña, un año y medio. Este es el último de una larga serie de pleitos en el juzgado de Familia que se remontan al 2005, cuando se acordó el régimen de visitas.

El conflicto surgió en el 2008, cuando la madre oyó decir a su hija que su padre «le hacía cosas malas». Inició una batalla legal para denunciar a su expareja por abusos a la pequeña pero los jueces lo absolvieron. El hombre logró en el 2010 que un juez dictase el alejamiento de la menor de su madre ya que esta la había «mediatizado» en contra de su progenitor. La pequeña fue internada en un centro de menores para separarla de la influencia materna y, en el 2011, el juez otorgó la custodia al padre.

La madre, supuestamente, fijaba el aparato de grabación con una media alrededor de la falda de su hija menor de edad para registrar las conversaciones que mantenía con su exmarido y padre de la pequeña. Las cuidadoras del centro se dieron cuenta porque la niña, una vez, le hizo un gesto con el dedo en los labios a una trabajadora para advertirla de que guardase silencio porque la cinta funcionaba. Al subirla al regazo, observaron que llevaba un aparato cuadrado oculto entre sus ropas.

Según su abogado, este sería un síntoma de que la mujer sufría una obsesión respecto a la relación de su exmarido con su hija porque creía fijamente que él abusaba sexualmente de la menor. Lo denunció innumerables veces en los juzgados pero los magistrados siempre absolvieron al padre. Por eso, colocaba grabadoras entre las ropas de su hija, o en su bolso cuando hablaba con peritos y forenses. Incluso grababa en vídeo salidas y entradas en el centro de menores. «Aunque yo intentase convencerla de que no había abusos, sería como echar un cubo de agua dulce en el mar», aseguró ayer su letrado. Este pide que el juez beneficie a la madre con una eximente porque su obsesión y miedo la cegaron.

«Números»

Según el exmarido, en el 2009, cada vez que iba a recoger a la niña al centro Aloumiño su expareja y otros familiares le montaban un «número» que malograba el encuentro. «Ella traía a la niña repetidas veces 20 minutos tarde, al borde del máximo de espera de cortesía», afirma. La exmujer alega llegaba a la hora a la que su hija terminaba las actividades extraescolares. Otra vez, los familiares maternos llamaron a la ambulancia porque la niña se sentía mal porque no quería ver al padre. Cuando le decían que se iba a ir con él, sufría vómitos y gritaba y daba patadas. Los psicólogos sostienen que la pequeña pedía aprobación a la madre para todo, incluso para jugar, y que hacía su «papel», según la situación.