La joven Paola Acuña ha tenido que salir de Galicia, al igual que muchos de sus compañeros, por la ausencia de ofertas de trabajo
11 sep 2012 . Actualizado a las 19:12 h.La historia de Paola Acuña es atemporal, porque trata de emigración. A ella las ganas de trabajar la han llevado hasta las islas Seychelles, un paraíso africano muy lejos de su Vigo natal, en el que se formó pero en el que no encuentra trabajo.
De la mano del profesor universitario Luis Navarro, Paola se adentró en el mundo de la investigación cuando cursaba sus estudios de Biología. Gracias a un proyecto puntual logró hacerse con un contrato que nunca llegó a prorrogarse. De este modo, sus estudios sobre las invasiones biológicas por parte de especies foráneas y sus efectos en los ecosistemas se vieron truncados. La joven universitaria trabajaba para conocer los efectos en la costa atlántica, tanto Galicia como Portugal, de vegetales y animales llegados desde África. Un proyecto que también desarrollaba el Grupo de investigación en los Andes chilenos. Precisamente esta colaboración internacional que trazan las universidades fue la que permitió que Paola no acabara siendo uno de tantos números de la cola del paro.
La falta de fondos en Vigo la ha llevado a colaborar con la Universidad de Dinamarca
«Colaboramos con una treintena de universidades de diferentes países y en muchas de ellas hay cabida para nuestros investigadores. Es frustrante, pero no me queda otro remedio que recomendarles salir del país», explica el profesor Navarro.
La falta de fondos en Vigo la ha llevado a colaborar con la Universidad de Aarhus de Dinamarca en el proyecto, donde podría incluso realizar en el futuro su doctorado. «El problema radica en que no hay salidas profesionales para los doctores, pero no se ha cortado el origen, por eso cada año las personas que acaban sus tesis, después de cuatro años de esfuerzo y dedicación, se ven obligadas a emigrar», relata Navarro.
Mientras Paola apura su contrato de un año en las Seychelles, otras compañeras pelean por regresar, como es el caso de Victoria Ferrero, que después de casi tres años entre Chile y Portugal pelea por regresar a Galicia. «Después de lo que el Estado invierte en su formación, es desolador que cuando pueden producir se tengan que marchar», lamentan desde la Universidad.