De Carmen Queizán extrañaba que accediera a un mundo de hombres
05 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Mediados los años veinte y especialmente al principiar la década de los treinta, se incorporaron las primeras mujeres a puestos de trabajo en la Consistorial viguesa. Ya desde mucho antes había profesoras en la Escuela Municipal de Artes y Oficios y existían algunas comadronas, en número insuficiente para atender todos los distritos vigueses. Según el único documento que se conserva en el expediente de funcionaria municipal de Carmen Queizán Hermida, un certificado del letrado Elías Barros, ella había ingresado por oposición en 1930, para ocupar el puesto de taquimecanógrafa. En su entorno la sorpresa era mayúscula. «¡Pero cómo se le ocurre a Carmiña trabajar en un sitio donde solo hay hombres!», era la reacción más común. Poco antes, a partir de 1927, con 18 años, daba clases de Taquigrafía y Mecanografía en el primer instituto oficial que hubo en Vigo.
Además de trabajo, en el Consistorio Carmen encontró el amor. Allí conoció al que sería muchos años jefe de Cultura y Arte, además de cónsul de Perú, Maximino Fernández Domínguez. Formarían una familia con dos hijos: Braulio, ingeniero industrial que trabajó muchos años en Compostela, y la primera figura del teatro vigués a lo largo de varias décadas, Maximino Keyzán.
7 u 8 mujeres, las pioneras
Casi al tiempo que Carmiña Queizán, ingresaron en la Casa Grande otra media docena de mujeres. En 1930 lo hizo también Eva Seoane Buján, hermana del que sería famoso actor de teatro y cine José María Seoane, que dicho sea de paso también estuvo en la nómina del Concello una temporada, al igual que las hermanas Bofill del Bosque, Montserrat y María del Carmen, de una familia muy conocida. La primera ingresó como mecanógrafa en 1930 y estuvo algún tiempo excedente para tener que jubilarse forzosamente a los 70 años.
La segunda fue nombrada telefonista por la Comisión Municipal Permanente en julio de 1930 y fue al propio tiempo, durante muchos años, profesora de la Escuela de Artes y Oficios. Montserrat moriría en 1981 y su hermana María del Carmen en 1983.
La incorporación de mujeres en las filas del funcionariado progresaba. En 1935 ingresaba Carmen Soaje Bernet, que como sus compañeras solían hacer jornada partida: de 9 a 13 y de 15 a 19 horas. En aquel tiempo debieron de adquirir la condición de funcionarias unas cuantas mujeres más. Así localizamos en el Archivo Municipal un certificado expedido por el letrado Elías Barros, sobre gratificaciones concedidas a numeroso personal. Sin que aparecieran algunas de las nombradas, en este documento de 1938 figuraban ya una docena de mujeres.
Con este movimiento entre el funcionariado, no era raro que proliferaran las academias que preparaba taquigrafía, mecanografía y otras materias: la Academia Palacios, la Academia internado femenino del Santísimo Cristo de la Victoria o la Academia Rodríguez Arellano, por ejemplo; en esta última entre los que preparaban las oposiciones municipales estaban un exjefe de Hacienda del Ayuntamiento y el popular docente, periodista y archivero municipal José G. Posada-Curros.
Trece alcaldes
Carmen Queizán, a ella volvemos, en su día podía presumir, al jubilarse, de haber trabajado en la secretaría de trece alcaldes, algo posible en los tiempos en que le tocó vivir porque había gran movilidad de regidores. Su marido también hizo a veces semejante encomienda, por ejemplo con Emilio Martínez Garrido. Carmen Queizán, con buen gusto para la plástica, de lo que se conservan evidencias, ya viuda, falleció el 4 de octubre de 1998, después de haber sido una adelantada para su tiempo.
memoria de vigo Por Gerardo González Martín
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