La escala nazi del crucero de la muerte

VIGO

En 1939, el lujoso «Wilhelm Gustloff» recogió en Vigo a la Legión Cóndor; en 1945, su hundimiento dejaría diez mil muertos, la mayor catástrofe marítima de la historia

27 oct 2013 . Actualizado a las 15:47 h.

L a tragedia del Titanic, con sus 1.514 muertos, palidece ante el drama de Wilhelm Gustloff, el trasatlántico que protagonizó el mayor naufragio de la historia, con casi diez mil muertos. Ocupado por alemanes, en su mayoría mujeres y civiles, que huían de Polonia ante el avance soviético, fue hundido por un submarino en el último año de la II Guerra Mundial. Su historia no tiene el glamur del Titanic ni da para películas con Leonardo DiCaprio. Fue un drama muy sórdido entre las monstruosidades del último año de la contienda: 1945, probablemente el peor año de la historia de la Humanidad, que terminó con el lanzamiento de dos bombas atómicas contra la población civil en Japón.

Un documental alemán sobre el Wilhelm Gustloff fue titulado El Titanic silenciado. Y lo cierto es que su historia en nada es popular. Como, tampoco, la tragedia del Cap Ancona, del mismo año, en la que los nazis embarcaron a miles de judíos en un trasatlántico e izaron la bandera de guerra, para que fuese bombardeado y hundido por los aliados. Hay poca épica en estas cosas, poco de lo que un ser humano pueda sentirse orgulloso.

Pero nada hacía presagiar el drama solo cinco años antes del hundimiento, el 25 de mayo de 1939, cuando el Wilhelm Gustloff entra en la ría de Vigo, engalanado y tocando sus sirenas, aclamado con aplausos por los vigueses en los muelles. Forma parte de la flota que evacuará hacia Alemania desde Vigo a la Legión Cóndor, la fuerza que Hitler envió a Franco para reforzarle en la Guerra Civil. Seis mil soldados de la Luftwaffe y de la Wehermacht, que entre sus «méritos» cuentan el bombardeo de Guernica, son recibidos con entusiasmo en la estación de trenes y acompañados en sus desfiles por la ciudad.

El alcalde, Suárez Llanos, ofrece una recepción al jefe de la Legión Cóndor, Von Richtoffen, familiar del famoso Barón Rojo. El líder nazi entrega a la ciudad de Vigo un retrato de Adolf Hitler, para que sea colgado en la casa consistorial. Y el regidor vigués envía «afectuosos y fraternales saludos de Vigo a Alemania y a su Caudillo Hitler».

Los periódicos de la época se deshacen en elogios con los alemanes. Y se maravillan, también, con los trasatlánticos que han llegado a la ría, entre los que destaca el soberbio Wilhelm Gustloff. Botado en Hamburgo en 1937, es un prodigio de la ingeniería, dotado de los mayores adelantos. En sus 208 metros de eslora (dos campos de Balaídos), hay espacio para todos los lujos. Tan orgullosos estaban los nazis de su crucero, que intentaron llamarlo Adolf Hitler, a lo que, según la propaganda oficial, el Führer, tan modesto él, se negó.

El barco pertenecía a la organización La Fuerza por la Alegría, un programa de vacaciones nacionalsocialistas, con el que los obreros alemanes pueden hacer viajes de recreo a bajo precio.

El 25 de mayo embarcan los seis mil soldados alemanes en los cinco trasatlánticos. La Filmoteca de Alemania conserva una película en la que se ve a los legionarios Cóndor en A Laxe, subiendo a los botes. Días más tarde, son recibidos en Hamburgo como héroes por el mariscal Göering.

Poco tiempo tendría el Wilhelm Gustloff para seguir haciendo cruceros de recreo. En septiembre, empieza la guerra y es convertido en buque hospital. Pero, a finales de 1944, el almirante Karl Dönitz ordena pintarlo de gris y hacerlo buque de transporte. Son muchos los altos mandos del Reich que saben que la guerra está perdida. Solo Hitler y sus más fanáticos seguidores creen en la victoria. Los aliados avanzan por el Oeste, pero, sobre todo, los soviéticos están aplastando a la Wehrmacht en el Este. Así que se diseña la Operación Aníbal, para evacuar a los alemanes en Polonia. En Danzig (hoy Gdansk), el Wilhelm Gustoloff comienza a embarcar alemanes. Hay 70.000 hacinados en ese puerto. Y siete millones marchan a pie por el corredor de Prusia Oriental, perseguidos por los rusos.

Tras embarcar soldados y civiles en varios puertos, el buque zarpó hacia Alemania el 30 de enero de 1945, atestado con casi 11.000 pasajeros a bordo, cuando fue diseñado para 2.000.

En medio del Báltico, fue localizado por el submarino soviético S-13, a las órdenes del capitán Alexander Marinesco, que ordenó disparar. El barco ya no iba pintado como buque hospital y sobre este tema aún pervive la controversia.

Tres torpedos reventaron al trasatlántico y casi diez mil personas murieron ahogadas en las aguas heladas. Es la mayor catástrofe marítima de la historia.

Como el hecho resultó incómodo ?iban civiles a bordo, con gran mayoría de mujeres- el Alto Mando Naval de Leningrado remoloneó para conceder a Marinesco el título de Héroe de la Unión Soviética, que reclamaba por este hundimiento y el del General Von Stauben. En total, en diez días había provocado él solo 13.840 muertos. Pero fue acusado de alcoholismo y carácter pendenciero y terminó recluido en un campo en Siberia.

El Wilhelm Gustloff queda como la mayor tragedia naval jamás registrada. Seis veces más grande que la del Titanic. Tan sórdida que permanece olvidada. Nadie en Vigo, aquel soleado mayo de 1939, podía imaginar que el lujoso trasatlántico terminaría en un monstruoso drama, el mismo que vivió el mundo entero en la II Guerra Mundial.

la bujía del domingo Por Eduardo Rolland

eduardorolland@hotmail.com

Suárez Llanos envía afectuosos saludos de Vigo a Alemania y a su caudillo Hitler