La fiebre de los monólogos invade los locales de ocio de la ciudad

María Jesús Fuente Decimavilla
María Jesús Fuente VIGO / LA VOZ

VIGO

Dani de la Cámara abrió el pasado jueves un ciclo en el Centro Comercial Gran Vía.
Dani de la Cámara abrió el pasado jueves un ciclo en el Centro Comercial Gran Vía. m. moralejo< / span>

Pubs, centros comerciales, teatros y casas particulares se apuntan a la moda

25 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

No hay local que se precie en Vigo que no dedique al menos un día a la semana a programar monólogos. Lo que surgió casi como un fenómeno destinado a estudiantes universitarios se ha extendido a todo tipo de público y edades. Pubs, vinotecas, cervecerías, centros comerciales, salas de fiestas, teatros... Cualquier establecimiento vale a la hora de dirigir unas palabras de carrerilla y con gracia al venerable. Apenas se necesita espacio, una tarima y un micro. Ni siquiera estos tres detalles son imprescindibles. Algunos de los artistas aportan hasta el micrófono. Es precisamente la escasa o nula inversión que supone tanto para el cómico como para el establecimiento, uno de los motivos que más han contribuido a la proliferación de los monologuistas. La moda ha llegado incluso a los domicilios particulares y no resulta extraño que una fiesta de aniversario incluya a uno o varios profesionales.

Solo en Vigo hay más de una veintena de locales apuntados a esta fiebre que cuenta con una fiel clientela. Se encuentran salpicados por calles como Venezuela (Cine Teatro Salesianos), Torrecedeira, Pintor Colmeiro, Samil, Hispanidade, Carretera provincial, Teixugueira (Navia), Baixada ao Castaño (Centro Comercial Gran Vía) y A Laxe.

Esta misma semana celebró su décimo aniversario un local pionero en la ciudad, el pub cervecería Ícaro. La cita fue como siempre, el miércoles, y corrió a cargo de Jaime Caravaca, un veterano en la materia que llenó la sala de hinchas deseosos de escuchar las magistrales imitaciones de Robert de Niro.

El Centro Comercial Gran Vía celebra en este momento un ciclo de monólogos que tiene lugar todos los jueves y que se estrenó el pasado con Dani de la Cámara. Otros, como A Laxe, también han probado con esta actividad de la mano de Sergio Pazos.

A la hora de elegir tema, cualquiera puede ser bueno si el monologuista se esmera. Todo depende del toque personal de cada uno. El resultado está en esa especie de risómetro, o lo que es igual, en la cantidad de carcajadas que suelta el público.

Deportes, política, sexo, racismo, multas de tráfico, religión y todo tipo de ceremonias sirven de pretexto para lanzar una parrafada de unos noventa minutos con un descanso intermedio que ronda la media hora. El extraño caso de los lounge bar, en los que se han transformado hasta las tascas de jugar la partida, no se libra de las comentarios.

Si algo ha traído consigo la proliferación de monologuistas ha sido una considerable diferencia de niveles. Están los que introducen detalles nuevos en cada una de sus actuaciones e interactúan con el público, hasta aquellos que llevan años contando la misma historia y son incapaces de arrancar una sonrisa por mucho interés que pongan.

La entrada en los locales puede tener un precio simbólico o ser gratuita, con la única aportación de la consumición.