El equipo del presidente no se ha atrevido hasta ahora por los conflictos del hospital
14 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.El viernes 8 de abril del 2016 sucedió un acontecimiento histórico para el área sanitaria de Vigo: el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, se acercó al municipio de Oia (3.002 habitantes) e inauguró el nuevo centro de salud.
Esa es la única inauguración en la que ha participado Núñez Feijoo en los últimos años en el área sanitaria de Vigo, que abarca los 26 municipios del sur de la provincia. Casi un año antes de la histórica apertura del ambulatorio de Oia, el Servizo Galego de Saúde había abierto el Hospital Álvaro Cunqueiro. Ocurrió el 29 de junio del 2015 y la Xunta lo calificó entonces como el hospital más moderno de España. Es también uno de los más grandes, con 280.000 metros cuadrados y con servicios que atienden una población de referencia que ronda las 600.000 personas. Es el proyecto estrella del Gobierno gallego en materia sanitaria.
Pero ni el presidente de la Xunta ni nadie lo han inaugurado aún. Y ahora el Sergas quiere que el presidente de la Xunta haga, por fin, una visita institucional. En Sanidade y en el PP ya buscan fecha para el evento, ya se llame inauguración o ya sea una simple visita.
Será, en el mejor de los casos, un año y medio después de su apertura. En todo este tiempo, el equipo de Alberto Núñez Feijoo no se ha atrevido a mandar al hospital vigués al jefe del Gobierno gallego ante el caldeado clima que se generó desde su puesta en marcha, llena de problemas y conflictos. Feijoo sí ha hecho alguna visita privada, según fuentes del hospital, por asuntos familiares, y de paso ha podido conocer las instalaciones. Nada más.
Quien es un habitual del Cunqueiro es su conselleiro de Sanidade, el médico Jesús Vázquez Almuiña. A él le encargó el presidente que pacificase el hospital cuando lo nombró, hace un año y, para ello, ha dedicado muchas tardes a trabajar en el centro y mantener reuniones allí.
La situación de Vigo contrasta con la de Lugo. El traslado del viejo Xeral lucense al moderno Lucus Augusti comenzó en noviembre del 2010 y concluyó el 1 de febrero del 2011. El día 26 de ese mes, Feijoo ya estaba allí al frente de una interminable procesión de altos cargos para inaugurar el hospital. Por estar, estaba incluso Manuel Fraga.
Así que el presidente de la Xunta inauguró el hospital solo 25 días después de que se hubiese completado el traslado. En Vigo, han pasado ya casi 500 días desde que se concluyó y todavía no tiene una paternidad política asumida públicamente.
Igual que en Vigo, por entonces se detectaban en Lugo numerosos pequeños problemas, pero al equipo de Feijoo no le dolieron prendas en mandar al jefe. Sin embargo, hay una diferencia fundamental entre la situación de Lugo y la de Vigo, que se explica con una anécdota. En la ciudad de la muralla, la junta de personal elaboró una nota para el día de la inauguración. Algunos representantes sindicales se encontraban en el acto y trataron de entregarle el comunicado al presidente gallego. Como no lo consiguieron, incluso renunciaron a hacerla llegar a los medios de comunicación. Consideraron que no era el día de aparecer una pancarta reivindicativa. Así que Feijoo y la conselleira Farjas inauguraron el hospital en la placidez de las nuevas instalaciones.
En Vigo es impensable esa situación. Si hasta ahora no ha habido inauguración es, precisamente, por el temor en el equipo del presidente al coste político que podía suponer que un acto de apertura de un hospital se torciese y el protagonismo lo adquiriese la previsible protesta sindical. Está el antecedente de Rocío Mosquera, que cuando terminó el traslado al hospital, en septiembre del 2015, solo se atrevió a hacer una visita privada a la dirección del Cunqueiro. Nada de actos públicos, ni reuniones con profesionales.
Como las elecciones autonómicas ya pasaron, el Sergas calcula que ya no debería ser un gran problema la presencia del presidente. Pero la sanidad de Vigo es imprevisible.
¿Y si Caballero se adelanta?
Existe una carrera soterrada entre Caballero y Feijoo de la que tal vez ni ellos mismos sean conscientes. ¿Quién irá antes al Hospital Álvaro Cunqueiro de manera oficial? ¿El que lo promovió o el que capitalizó una feroz campaña en contra? Abel Caballero estuvo a punto de adelantarse recientemente. En el mes de noviembre, el personal de los servicios de admisión de toda Galicia celebró un congreso en Vigo. El alcalde había confirmado que iría a la clausura. Finalmente, según explicó su equipo, un compromiso de última hora le impidió asistir y en su lugar envió a su concejal de Cultura, el médico Cayetano Rodríguez Escudero, que era gerente del Sergas cuando el Gobierno de Touriño diseñó el hospital de Beade.
Es posible, en todo caso, que Caballero acuda cualquier día a un acto de alguna sociedad científica o médica. Son eventos que gustan al alcalde. Se siente cómodo hablando en esos ámbitos profesionales. Cosa distinta sería una inauguración oficial. Llamaría la atención su presencia junto al presidente de la Xunta después de oponerse frontalmente al proyecto y de haber dicho, incluso, que moriría gente en el Cunqueiro porque el laboratorio central del área sanitaria de Vigo no está ubicado allí..
Lo que sí ha habido es una avanzadilla. Carmela Silva, que además de presidir la Diputación es la número dos del alcalde en el gobierno local, asistió a unas jornadas de enfermería en octubre. Cayetano Rodríguez acudió al congreso de los admisioneros y el responsable municipal de Tráfico, Carlos López Font, estuvo en las jornadas de urgencias de noviembre. Font es el responsable de que la policía estuviese más de un año sin regular el tráfico en el hospital. «Queremos estar en absolutamente todo lo que se mueve en Vigo», confesó en el congreso de urgenciólogos. «Es una satisfacción que [el congreso] se celebre en esta ciudad, que se celebre en este hospital».