Empató 2-2 en Peralada en un partido emocionante hasta el pitido final
25 jun 2017 . Actualizado a las 23:34 h.A veces los sueños se convierten en realidad, y ayer fue una de esas ocasiones. Un siglo y cuatro años después, el Rápido de Bouzas alcanzó su techo histórico al conquistar un ascenso a Segunda División B tan imprevisto como meritorio. Porque al principio del curso nadie daba un duro por un equipo cogido con pinzas pero que ha dado una lección de humildad, de lucha, de fe y de aprovechamiento de recursos. Solo Patxi Salinas podía haber convertido en ganador a un vestuario joven, con algún que otro veterano, pero carente de figuras. Un vestuario que fue, ante todo, equipo, y que creyó a pies juntillas en el fútbol que practicó.
El desenlace del ascenso tuvo como escenario el municipal de Peralada. Hasta allí llegaron los boucenses con un 1-1 que acabarían refrendando con un 2-2 tan peleado como extenuante.
El primer tiempo dejó ver a un Peralada duro de roer. Aunque tomó más precauciones defensivas que en la ida, no se movió de su ideario combinativo e intentó aprovecharse de la velocidad por las bandas para atacar la portería de Diego. A los vigueses, que salieron más ambiciosos, eso les pasaba factura en las transiciones ataque-defensa, y prueba de ello fueron un par de acciones de Coro y Forgás que inquietaron los cimientos vigueses.
El equipo de Salinas estaba obligado a marcar y eso conllevaba correr ciertos riesgos, unos medidos y otros más suicidas, como la salida de Diego del área que a punto estuvo de costar un disgusto a los vigueses, ya que Forgás se hizo con el balón, pero disparó fuera cuando tenía toda la portería vacía. El Rápido jugaba con fuego, pero entonces llegó Pablo Carnero para cambiar el escenario. Pereira batalló por un balón cerca del área catalana y el rechace cayó a los pies de Carnero, que ejecutó una vaselina perfecta que puso el marcador 0-1.
El problema fue que la alegría duró un minuto. En un error defensivo, en pleno repliegue del Rápido, el Peralada ganó la línea de fondo, retrasó el balón para Boniquet y este acabó empatando el duelo, que se marchó 1-1 al descanso.
Con la vuelta de vestuarios los vigueses se encontraron con un gol en contra. Coro ejecutaba desde la izquierda una falta que acabó directamente en el fondo de la red de Diego. Los de Salinas, sin embargo, no se descontrolaron. Al contrario. Conscientes de que un empate les daría el ascenso, dieron un giro a su fútbol. Quisieron ser protagonistas y combinar, y la entrada de Pardavila ayudó a ello. El Rápido rondaba cada vez más la portería de Gianni, y en el minuto 61 llegó la alegría. Carlitos Pereira batalló por un balón, Pardavila disparó a portería, pero el meta consiguió repeler el tiro, y fue entonces cuando apareció Diego Diz para recoger el rechace y marcar.
Los de Salinas intentaron aguantar el marcador jugando en campo contrario, pero el último cuarto de hora fue agónico. Extenuados, se atrincheraron e hicieron ver por qué son el equipo menos goleado de Tercera. Aguantaron las llegadas tímidas del Peralada hasta que el reloj entró en el descuento. Los últimos seis minutos fueron una tortura. Tanta, que los catalanes dispusieron de tres remates francos de los que Diego desbarató dos y el otro se marchó alto. Cuando el árbitro pitó el final, la euforia se desbordó en las filas rapidistas. El premio mayúsculo a once meses de lucha sin tregua.