Calamaro se come Castrelos

Begoña Rodríguez Sotelino
b. r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

Xoán Carlos Gil

El músico argentino repasó en Vigo sus grandes éxitos ante un auditorio abarrotado

09 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace años Andrés Calamaro decía en este periódico: «Quien toca en verano lo hace solo por la pasta», pero ya llovió. Eran tiempos de honestidad brutal. Ahora es lo mismo, pero nos hacemos los locos, como que no lo sabemos, porque total, nos da igual. Al público le da lo mismo mientras se lo pase bien e invierta lo mínimo en esa cuenta. Eso es lo que pasa en el auditorio vigués de Castrelos, que es gratis o muy barato, y no duele porque para la mayoría va en una factura que nos pasan por banco, y por eso venga quien venga, malo será que no se lleve un par de orejas y el rabo. Ya hay que ser muy manta para no volver al hotel o al autobús con un contenedor lleno de aplausos y silbidos de los de «qué bien».

Tras el alcalde, exultante regresando a su papel de telonero y anfitrión, el músico argentino inauguró anoche el cartel de los conciertos programados para el verano vigués. Lo logró sin despeinarse. Un par de verónicas y ya estaba la faena encauzada. Calamaro está ya de vuelta de todos los ruedos, con una carrera pivotada en cemento rockero, fango poético y baldosa tanguera, tras 40 años dándole a la tecla, las cuerdas y el magín, puede marcarse una enorme gira de grandes éxitos en la que levantar al público y darle más de una decena de ocasiones para sacar a pasear la linterna del móvil.

El artista fue desgranando un repertorio plagado de éxitos, entre sus verdades afiladas, la velada fue pasando perfecta, de su excesiva época salmón a la de los brillos multicolor de Estadio Azteca y el ritmo infantil de Maradona, pasando por píldoras de años de gloria con La parte de adelante. Casi todas son todavía una canción de amor. Lo son como Te quiero igual, pero para el final había que dejar la etapa indocumentada con Ariel Rot, para bailar al final también con su Flaca no sin antes darse un paseo por la Alta suciedad y terminar visitando a Paloma. El que fuera líder de Los Rodríguez, completó un relindo espectáculo en el que ondearon muchas banderas celestes, futboleras de este y el otro lado del charco y camisetas con el 10 en la espalda en una cancha en la que ganó Argentina por goleada.

Se notó que Castrelos aún no estaba engrasado. Ni la Kiss Cam funcionaba (lo de menos), ni las cámaras enfocaban al  artista y su banda (lo de más), que se supone que para eso se instalan pantallas gigantes o pantallitas medianas, no para ver a gente saludándose a sí misma, ya que eso no va a salir en ningún sitio. Tampoco la idea de enterrar un poco la torre de sonido parece que fuese muy buena, porque ahora aún ocupa más espacio que antes y el público en las gradas no ha ganado nada. Se ve peor

Pero volvamos al menú del día. A Calamaro, sexagenario en forma quebrada, se le echaba de menos desde que hace una década se frustró su paso por el itinerante PortAmérica, cuando se hacía en Nigrán. A él la espera se le hizo incluso más larga, porque aunque su último concierto en Vigo fue en el 2010, en el saludo inicial dijo que llevaba 30 años sin pisar la ciudad. Pero 13 o 30, el tiempo no pasa en balde. Ni para Andrés ni para Jim Morrison, que hubiera cumplido 80 años esta semana.  

Por aquí somos muy de choco, pero en general nos encanta toda la familia de los cefalópodos, y aunque canten como verracos desafinados y con la mano en el bolsillo, se les perdona la falta de ganas. Calamaro no es pota, así que... muy bien. No pasamos hambre, aunque igual una tapa de pulpo...