Las pulgas de playa son crustáceos, como las nécoras

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

Estos bichitos se encargan de limpiar los arenales de materia orgánica y sirven de alimento a las aves marinas

28 ene 2024 . Actualizado a las 14:09 h.

Se llaman Talitrus saltator, aunque tras tan tremendo nombre científico se esconden nuestras simpáticas pulgas de mar, o de playa y serán nuestras protagonistas de hoy, porque pocas veces un bichito tan pequeño tiene una importancia tan grande para la continuidad de la vida en un ecosistema tan castigado en general como las playas y es un llamamiento a no limpiar las algas (los pélets y la basura sí, las algas no).

Ante todo conviene aclarar que a pesar de su nombre común las pulgas de playa ni tienen nada que ver con las pulgas terrestres. En realidad son crustáceos, como las nécoras, los percebes y los bichos bola, ni pican ni chupan sangre. La única similitud son sus saltos cuando se siente en peligro. Una vez aclarado que nuestras primas son completamente inofensivas, vamos con su fantástica historia natural.

Son muy pequeñitas, de unos 20 milímetros como máximo de un color entre el marrón y el gris. Se diferencian machos y hembras por la longitud de sus antenas, más cortas estas últimas. Una de sus funciones ecológicas fundamentales, muy a su pesar, es servir de alimento a un enorme número de aves marinas, muchas de ellas, en serio peligro de extinción, y peces en un ecosistema tan hostil y especializado como una playa, donde el alimento no es precisamente abundante, precisamente para intentar evitar ser comidas nuestras primas tienen actividad nocturna y, sobre todo, en el límite de donde baten las olas.

Algunos estudios dicen que son capaces de volver al mar si algo (o alguien) las aleja gracias a la luna y la vibración de la luz, por lo que también les afectaría la contaminación lumínica litoral. Lo más curioso de las pulgas de mar es que son unas auténticas madrazas: la hembra ingiere a sus crías para que estas se alimenten de su propio cuerpo. No negarán que es impresionante.

La base de su alimentación son las algas, especialmente las recién traídas por las mareas, y todo lo que sea materia orgánica, también muy escasa en los arenales, pero nuestras amigas cumplen además una extraordinaria labor de limpieza, pues incansablemente se van comiendo la poca materia orgánica que existe en los granos de arena, granito a granito. Eso sí que es una verdadera limpieza, y no lo que hacemos cada verano con maquinaria pesada, lo que nos lleva a una reflexión final: No hace demasiados años era todo un espectáculo ver a estas pulgas saltando por Samil, O Vao, Playa América, Patos, Arealonga y un largo etc. ¿Se han dado cuenta de que actualmente en la mayoría de las playas de nuestra ría ya no hay ni una sola pulga de mar? Estas son las consecuencias directas de considerar las algas como basura y el empecinamiento en retirarlas especialmente en la temporada de verano. Retirar las algas extermina a las pulgas de mar, y su ausencia deja sin sustento a un buen número de aves marinas que se irán a otro sitio en busca de alimento y refugio.

En definitiva, para que los veraneantes, autóctonos y visitantes, disfruten de estas playas esplendorosas previamente exterminamos la vida que había en ellas. ¿Qué será lo siguiente? ¿Quejarnos de que el agua del mar está salada o que el suelo de los bosques está lleno de hojas en otoño? Quizás podríamos cambiar de estrategia y educar a propios y extraños para mostrarles que no es incompatible disfrutar de una playa, en la que estamos de paso, sin acabar con la naturaleza que tiene allí su hogar permanente. No se retiran las algas en las Cíes, y a todo el mundo le gustan sus playas… y sus pulgas.