Necesitamos a los pescadores para salvar al cormorán

Antón Lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

XOS DE LA FUENTE

Según el último censo, en las Cíes quedan 280 parejas de la especie símbolo del parque nacional de Galicia

17 abr 2024 . Actualizado a las 16:17 h.

Hoy queremos contarles la preocupación que tenemos por el declive del corvo mariño cristado (el cormorán moñudo, Gulosus aristotelis) en general, y en nuestro entorno más cercano en particular. Según el último censo realizado el año pasado en las Cíes, quedan 280 parejas de corvo mariño cristado de las 778 parejas que existen en el total del Parque Nacional das Illas Atlánticas (en Galicia se encuentra el 86% de la población atlántica). Parecen muchas, pero no olvidemos que el vertido del Prestige diezmó la población y más de veinte años después no ha conseguido recuperarse, por lo que algo está sucediendo. Para saber qué es eso que está sucediendo y poder plantear un plan de conservación eficaz para evitar que el cormorán moñudo llegue al borde de la extinción, el pasado 4 de abril se celebró en la sede del Parque Nacional Illas Atlánticas en Vigo una sesión de trabajo denominada concretamente Participación e innovación para la conservación del cormorán moñudo dentro del proyecto Europeo Life Intermares. El objetivo de esta sesión, como las realizadas previamente en Asturias y Cantabria, era detectar las amenazas sobre la especie y plantear posibles soluciones.

 Para desgracia de nuestros corvos mariños, son muchos los factores de amenaza, que van desde la navegación recreativa (especialmente las incontroladas motos de agua que los espantan en sus zonas de pesca y descanso) hasta las actuaciones costeras, con cada vez más rellenos y puertos deportivos, como bien sabemos en Vigo, pasando por las alteraciones y cambios en su cadena alimenticia o el impacto del cambio climático, tanto en la alteración de su alimentación como en los fenómenos meteorológicos extremos, la pesca recreativa y no olvidemos la gripe aviar, etcétera. En fin, como verán, un buen número de causas a las que se añaden las nuevas amenazas, como el uso de drones y la contaminación lumínica. Pero el principal factor, con diferencia, de la elevada mortandad de cormoranes es la interacción con las artes de pesca. Ahí es donde tenemos que buscar soluciones. Es evidente que ningún pescador quiere pescar cormoranes y, por lo tanto, hablamos siempre de capturas accidentales en palangres y artes de enmalle.

 Cada vez desarrollamos sistemas de pesca más eficientes que ayudan a reducir esas capturas accidentales, que es tanto como decir que salvan vidas, pero en el caso de los cormoranes, probablemente necesitemos investigar y experimentar más. Para eso es absolutamente imprescindible la participación del sector pesquero, especialmente de la pesca artesanal y de bajura, que es la que mejor comprende la necesidad de que los recursos sean sostenibles y la que más directamente conoce, porque los vive, los problemas derivados de la pérdida de biodiversidad. Necesitamos el enorme potencial de experiencia y sabiduría de los pescadores (y cada vez más pescadoras) para conseguir salvar a esta especie que es, entre otras cosas, un excelente indicador biológico del estado de los mares. Sin esa participación, cualquier plan de conservación de la especie estará condenada al fracaso.

 Como se decía en el cierre de la sesión de trabajo antes mencionada: tras el duro golpe de la marea negra del Prestige, el cormorán en las Cíes y el resto de las islas se está reproduciendo bien, pero las poblaciones no aumentan significativamente, por lo que tiene que existir un nivel muy alto de mortandad. Ese es el factor sobre el que debemos hacer incidencia si queremos conseguir que nuestros corvos mariños, que representan nada menos que la imagen que ilustra el logotipo del Parque Nacional de las Illas Atlánticas, consigan sobrevivir.