asiaDe Oia a Púshkar, la ruta de la solidaridad

elena chedas VIGO / LA VOZ

OIA

Desde que las riadas destrozaron su casa en el 2006, el fontanero Carlos Pérez viaja cada año a la India para llevar medicamentos y material escolar

19 ago 2015 . Actualizado a las 09:27 h.

Él tiene una empresa de fontanería y reside en el municipio de Santa María de Oia. Junto a su novia Susi, mantiene una vida de lo más común. Sin embargo, una vez al año decide romper con la rutina de la pobreza predominante en Púshkar, una pequeña ciudad en el estado de Rajastán, India.

Todo empezó hace nueve años cuando una riada se llevó su casa. «En 2006 el diluvio me la destrozó por completo. Un año después, seguíamos conmocionados y un amigo que hacía expediciones al Himalaya nos convenció para que fuéramos con él a Nepal. Después de un par de días bajamos a la India. Cuando llegamos allí nos impactó lo que vimos. A nosotros nos habían quitado la casa, pero ellos vivían en una situación deplorable. Al regresar supimos que teníamos que volver allí para ayudar a la población india. La gente empezó a darnos: gafas, herramientas, juguetes etc.. y decidimos volver y llevar todo esto. Así, hace siete años que empezamos a intentar cambiar la situación de este pueblo y las localidades colindantes».

La ciudad de Púshkar está considerada como una de las más antiguas del país, dónde se albergan casi 400 templos como el Savitri o el Pap Mochani. La leyenda cuenta que su creación fue obra del dios del universo, Brahma, dónde cumplió una penitencia, según la religión hinduista. Cada 26 de diciembre, Carlos y Susi vuelan rumbo al país asiático para llevar la ayuda que recolectan durante todo el año.

Alojados en una habitación con baño compartido, la pareja se levanta cada mañana para ir, en una moto británica, hasta los pueblos que necesiten algún tipo de ayuda. Todo ello bajo la custodia de su amigo, que al mismo tiempo hace de traductor y les ofrece consejos sobre qué y cuánto deben dejar en cada pueblo. «Mi amigo tiene muy buenos contactos y eso nos abre muchas puertas», explica.

El idioma no es la única barrera que tienen que combatir. La corrupción de algunas organizaciones es el motivo por el que Carlos prefiere financiarse a sí mismo. «El dinero de cada billete a la India sale de nuestro bolsillo. No tenemos relación con ninguna ONG porque queremos ir por libre, no buscamos depender de ningún organismo. La gente de los pueblos nos advierte que muchas organizaciones son corruptas. Habrá alguna que vaya a ayudar, pero no queremos formar parte de eso. Nosotros sabemos lo que hacemos y no dependemos de nadie».

Su principal objetivo es utilizar la ayuda para cubrir las carencias relacionadas con la precaria situación de los servicios básicos como agua potable, saneamiento o educación. «El talón de aquiles de la India son las enfemedades derivadas de la contaminación del agua, lo que provoca problemas intestinales y multitud de infecciones. Tenemos amigos que son doctores allá y nos cuentan que el pueblo no tiene depuradora de aguas fecales. Sin embargo, la gente cocina y bebe de ese agua. El año pasado pusimos puntos de agua y un baño comunitario porque solo tenían un cubo de lata».

La cobertura de estos servicios resulta deficiente y se desarrolla a un ritmo muy lento. Se diría que el caos se apodera del país. Las principales materias que transporta Carlos a Púshkar son material escolar, medicinas que les da la farmacia de Oia, máquinas de insulinas que les ofrece el centro médico y ropa o dinero que proviene de particulares. «Con el dinero compramos comida y materiales para las construcciones», señala.

Este proyecto personal está enfocado al progreso autónomo de la población de Púshkar. «Cuando llegamos vimos que a raíz del pozo que construimos habían hecho un huerto. El dinero que sacaban vendiendo estiércol lo utilizaban para conseguir más plantas, por ejemplo».

Este año, el propósito será escolarizar a los niños que viven en la región. «La finalidad de este plan es hacer un intercambio: alimentos, cacerolas, ropa y medicinas a cambio de escolarizar a los más pequeños, es el trato que hemos hecho». Además, en diciembre esperan ir a Nepal para colaborar con las víctimas del terremoto de este año. «La gente incluso vive bajo lonas, quiero ir a ayudar en lo que pueda».