Una investigación saca a la luz los «guernicas» del campo de concentración de Oia

OIA

cedida

El Concello publica un libro en el que el historiador Fernando Javier Costas Goberna documenta los grafitos de los muros del monasterio en el que, hace 80 años, en febrero de 1939, malvivían 4.500 presos

25 mar 2019 . Actualizado a las 23:07 h.

Hace ochenta años, «en febrero de 1939, llegaron a juntarse más de 4.500 prisioneros en el monasterio de Oia, que tenía una capacidad estimada para 250. Muchas de ellas llegaban desde Cataluña, si bien hubo reclusos procedentes de otros lugares». La investigación realizada sobre el período en el que el cenobio oiense funcionó como campo de concentración donde permanecieron recluidos varios millares de presos republicanos, desentraña los oscuros y grises de este monumento que, desde que se declaró en 1931, de interés nacional, su única utilidad social fue la de campo de prisioneros. Estas afirmaciones son parte del libro que acaba de editar el Concello de Oia bajo el título Con otra mirada. El horror de la Guerra Civil Española en el Monasterio de Oia. 1936-1939, que se presenta el miércoles en la Casa Cultural.

«Los grafitos de los muros del Mosteiro de Oia son nuestros Guernicas, mensajes directos y claros de los que estuvieron allí en esa época terrible», explican los estudiosos que trabajaron en el insólito documento.

El libro, coordinado por Fernando Javier Costas Gobierna, contó con las aportaciones de Lucía Álvarez Caeiro en la grabación y transcripción de entrevistas, y de Lorena González Vicente en la elaboración de fotografías y análisis del material fotográfico. El equipo recopiló documentación histórica, realizó un reportaje fotográfico en las estancias del monasterio en los que quedan vestigios de la época y también reunió testigos de presos y familiares, así como de vecinos de Oia que vivieron esos tiempos. Como resultado de la grande cantidad de material reunido y analizado, avanza el Concello, «la obra presenta el contexto histórico de la época y reconstruye cómo era el día a día de las personas que vivieron en el campo de concentración del Mosteiro de Santa María de Oia, que permaneció operativo hasta finales de 1939 o principios de 1940». La investigación revela las duras condiciones de vida en el campo emplazado en el cenobio, donde se vivieron situaciones de importante aglomeración de personas, especialmente hacia el final y ahonda en aspectos como el fallecimiento de los presos en el campo y los posibles lugares de enterramiento.

El trabajo desarrollado incluyó la toma de 700 fotografías en tres espacios del monasterio en cuyas paredes se conservan dibujos y textos realizados por prisioneros. Las instantáneas fueron analizadas con otras 103 del archivo de la empresa propietaria en la actualidad del cenobio, que es Residencial Monasterio de Oia. El análisis de todo este material gráfico, señalan los autores, «permitió detectar una grande variedad de motivos entre los dibujos de las paredes, como escenas bélicas, manifiestos, lamentos, súplicas de libertad, el duro día a día en condiciones de higiene deficitaria y escasez de alimento, la nostalgia del hogar, de la familia y del mundo exterior, calendarios para contabilizar el tiempo de privación de libertad. Algunos de ellos presentan una notable calidad artística». Otro de los aspectos que destacan en el libro es la relación entre los presos y el propio vecindario, una cuestión sobre la que se obtuvieron datos a través de entrevistas realizadas a prisioneros y descendientes y a los vecinos y vecinas de Oia que recuerdan estos tiempos. Dentro de esta temática destacan varias historias humanas donde los vecinos se solidarizaron con la complicada situación de las personas encarceladas. «El trabajo de investigación logró detectar, con alarmante claridad, el proceso de degradación que vienen experimentando los grafitos con el paso del tiempo, un deterioro producido por el desprendimiento del estuco que recubre las paredes. La obra hace especial hincapié en el valor de todo este patrimonio así como en la necesidad de conservarlo», señalan los editores.

«Para intentar entender lo que tenemos en los tabiques de ladrillo de este del claustro, tenemos que olvidarnos de que estamos en un monasterio, tenemos que tratar de hacerlo con otra mirada; estamos en un campo de concentración de prisioneros llegados desde diferentes lugares», advierten los investigadores.