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Eva María Serantes lucha por la felicidad de su hijo transexual Marc, que se ha cambiado el nombre para ser lo que siente
23 feb 2016 . Actualizado a las 12:25 h.Marc es un niño de ocho años feliz. Es un crack jugando al fútbol y muestra su dominio sobre el patinete en el parque Raíña Aragonta de Salceda. Su vida ha dado un cambio muy positivo desde que, hace más de un año, se muestra al mundo como el niño que es.
Sus padres, al nacer, vieron que sus genitales eran femeninos y entonces lo inscribieron en el registro con un nombre de chica. Pero si algo ha aprendido su familia al verlo crecer, es que el género no siempre es una cuestión física, sino que está en la mente. «Decía un médico vasco que no está entre las piernas, sino entre las orejas, y pienso que es una gran verdad», afirma su madre, Eva María Serantes.
Marc es un niño desde que tenía uso de razón. «Con dos o tres años no tenía constancia de su cuerpo, pero sí de lo que era y dónde se sentía más a gusto, con los niños», dice su madre. Siempre sintió una profunda animadversión a vestirse como una chica. «Le intentabas poner la ropa de su hermana, y todo eran llantos», recuerda Eva María. «Es niño desde que él recuerda, porque para él es algo innato», añade.
Hubo un momento que marcó un antes y un después. Fue el año pasado, cuando cursaba segundo de Primaria. La profesora de gimnasia ordenó a sus alumnos que fueran a cambiarse de ropa. Y Marc, que hasta entonces casi nunca iba al baño en el colegio, se fue con sus compañeros al vestuario de los chicos. «La profesora le dejó ir sin problema, pero me llamó por teléfono», recuerda Eva María. Entones decidieron que era el momento de indagar en sus sentimientos más íntimos. La clave la dio su hermana mayor. «Anda que no me ha preguntado veces que si es un niño porqué tiene un cuerpo de chica», le dijo a su madre durante las Navidades de 2014.
Desde entonces, sus padres no han dudado en permitir a su hijo expresarse con el género que él siempre ha sentido como propio. Él mismo se puso el nombre de Marc, tal y como se llama el portero del Barça, equipo por el que siente una gran admiración. Eva María buscó asesoramiento en Chrysallis, la asociación estatal de familias de menores transexuales, que cuenta con tres casos en la provincia de Pontevedra y siete en toda la comunidad gallega.
Integrado
El colegio ha seguido acogiendo con los brazos abiertos a quien hasta hace poco veían como una alumna más. Se encuentra plenamente integrado en la comunidad educativa y en todas las actividades en las que participa. Asesorada por la asociación, su madre mandó al colegio una carta para que traten al niño como persona del género masculino.
Su cambio de actitud, ha sido muy notorio «Es un niño que ahora ríe, antes no quería una foto, no saludaba y se mostraba hosco», manifiesta.
Por primera vez dejó que su madre le hiciera una fotografía aquel día que salió de la peluquería después de que le cortaran el pelo y le dejaran como un chico. La transformación también se ha notado en sus resultados académicos. «Subió las notas, participa en todo, ves que es un niño feliz porque se quitó un peso de encima», afirma su madre.
Marc ya ha visitado al endocrino y, dentro de unos años, cuando le empiece a crecer el vello púbico, comenzará a tomar medicamentos bloqueadores para que no se le desarrollen los pechos ni tenga la regla y siga mostrándose como un chico.
No puede federarse
Marc se ha encontrado con la comprensión y aceptación de su entorno cercano, pero su madre Eva María no puede dedir lo mismo de la respuesta de la administración. Le duele que, por protocolo, haya tenido que llevar a su hijo al psicólogo para ser tratado de un trastorno cuando observa que el pequeño tiene una vida muy equilibrada. «Desde Chrysallis estamos luchando para que se despatologice la transexualidad», afirma.
Lamenta que Marc no haya podido federarse con su nombre sentido para poder participar en los partidos oficiales con su equipo de Salceda. El niño no quiere pertenecer a la federación con su anterior nombre de chica, porque no refleja su verdadera identidad. «Llevo esperando desde octubre una audiencia con el presidente de la Federación Gallega de Fútbol para exponerle el caso de mi hijo, pero todavia no me ha recibidio», lamenta. Uno de sus caballos de batalla es que los juzgados acepten el cambio de nombre de su hijo en su tarjeta del DNI, porque así se lo pide Marc desde hace tiempo. Eso le permitiría no estar dando continuamente explicaciones sobre la identidad sexual de su hijo o, por ejemplo, obtener una tarjeta sanitaria con el nombre que usa y que el Sergas le ha denegado. «Hay una transfobia protocolaria», concluye Eva María.