Las bellotas invaden los parques vigueses hasta el fin del otoño
VIGO CIUDAD
Los carballos de A Riouxa, O Castro y A Guía se resisten a las humanizaciones
12 sep 2015 . Actualizado a las 14:33 h.Si estos días deciden pasear por parques como A Guía, Castrelos, O Castro o en general por alguna zona no humanizada que cual aldea de Astérix todavía resisten al enlosetado, podrán contemplar carballos de cierto porte. Fíjense bien y observarán un fenómeno llamativo: caminamos literalmente sobre una alfombra de landras. Nuestros amigos y aliados están soltando estos días una extraordinaria cantidad de bellotas en los parques vigueses.
Consulto al respecto de esta curiosidad a mi amigo y maestro Gustavo Cochón. Si dentro de la biología se crease la especialidad de carballología, Gustavo sería catedrático de la misma. Cochón me explicaba que esta espectacular producción tiene sus motivos dignos de ser contados. Y de paso, que sirva como modesto homenaje al árbol que, con permiso del olivo, mejor simboliza a nuestra naturaleza.
Que un árbol de pronto eche el resto produciendo semillas puede ser síntoma de estrés, es decir, que ante una amenaza grave intente dejar el máximo legado posible antes de morir. Salvo estas circunstancias lamentables, nuestros carballos cíclicamente, más o menos cada cinco años, aumentan de forma natural la media de sus landras. Aunque pocas veces en la cantidad y calidad que vemos hoy.
Tienen su lógica esos períodos de descanso reduciendo el potencial de semillas. Si cada año los carballos dieran todas las que pueden, provocarían que sus depredadores, ante la abundancia de recursos, crecieran exponencialmente.
Evidentemente el objetivo de producir semillas, y en esta cantidad, consiste en favorecer el nacimiento de nuevos carballiños. La cosa es un poco más compleja de lo que pueda parecer. Se trata de que a parte de nacer, los retoños lo hagan lo más lejos posible, por aquello de no competir con su árbol progenitor. Además, lograrían conquistar nuevos territorios. Para esto desarrollan sistemas de dispersión propios, por ejemplo, algo tan sencillo como que las landras salgan rodando. Sin embargo, los árboles prefieren, sobre todo, buscar aliados externos.
Aquí juegan un papel fundamental los animales de bellota, de los que políticamente hablando ustedes identificarán muchos ojeando el periódico de hoy. Pero en este caso nos referimos a ellos en sentido práctico, es decir, los que se alimentan de ellas directamente y aquí nuestros carballos consiguen convertir una amenaza en una oportunidad. Las landras son parasitadas por insectos varios, que ponen en ellas sus larvas, y una vez en el suelo sirven de alimento a muchos ratones de campo. Estos ratoncillos prefieren consumir las landras con gusanito incorporado, pues les aportan un extra de proteínas, y por lo tanto son las que dispersan preferentemente, que de eso se trata. Las landras van sobradas de potencial germinal, por lo que aunque el ratón se coma una parte que normalmente es la exterior suele quedar lo suficiente para que el sobrante que el roedor descarta enraíce y crezca.
Paralelamente ardillas y arrendajos almacenan landras enterrándolas en distintos lugares (serán su despensa para el invierno) pero ante tal exceso muchas de ellas no serán consumidas, con lo cual ya tenemos más aliados en la dispersión.
Otros belloteros ilustres son los cerdos, que no suelen verse campeando por la ciudad (al menos los de cuatro patas) pero sí observamos estos días a muchas personas recogiendo landras en los parques para alimentar a los que viven en las zonas rurales.
La utilidad de la landra
Dicen los expertos carnívoros y aquellos que pueden pagarlo que el jamón de bellota es una cosa espectacular.
Pero además de otras utilidades, como los taninos para curtir pieles, las landras fueron tradicionalmente alimento también para nuestra especie. Con su corteza se hacía una infusión similar al café y con su parte germinal se elaboraba harina con la que hacer pan, una especialidad de la clase pobre de la Galicia medieval, pues la harina de castaña se destinaba a la nobleza. En ambos casos les garantizo empíricamente que conviene tener estómago de acero.
Nuestros mejores carballos vigueses todavía sin humanizar están en las carballeiras de A Guía y San Roque, valga la redundancia, con hermosos ejemplares más que centenarios y otros ejemplares aislados e A Riouxa, la avenida Atlántida, Florida, el colegio de los jesuitas en Teis y en Castrelos. Es un buen momento para visitarlos, y darles un abrazo en agradecimiento a sus servicios impagables. Nuestros amigos no soportan bien la contaminación, por lo que en Vigo su futuro se presenta un poco complicado.