La artesanía italiana que nos derrite

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

xoán carlos gil

Gerardo Triunfo, el último heladero alpino que llegó a Vigo, lo hizo para cumplir la promesa que le hizo a su mujer

11 jul 2016 . Actualizado a las 09:44 h.

La artesanía italiana en cuestión de helados siempre promete. En muchos casos, cumple. Y en el de Gerardo Triunfo, lo hace por partida doble, ya que su aterrizaje en Vigo obedece a una promesa que tardó en cumplir, pero que ejecutó finalmente. No fue fácil. Para ello tuvo que cambiar de ciudad y de profesión. El italiano natural de Busto Arsizio, en la provincia de Varese, apareció un buen día por Vigo, hace más de 20 años. «Estaba haciendo el Camino de Santiago en moto y conocí a una chica», recuerda. Corría el verano de 1993 y el idilio continuó en una época sin Internet ni WhatsApp que no les impidió seguir la relación por carta, teléfono y visitas.

Aquella chica y él terminaron casándose y teniendo dos hijos. Se trasladaron a vivir a Italia «pero yo le había prometido que íbamos a volver a Galicia y al fin pude hacerlo», indica. El año pasado abrió la heladería La Fabbrica del Gelato en la plaza de la Constitución. El cambio fue radical, pues llevaba años de experiencia como técnico en el aeropuerto de Milán, un trabajo en el que estaba bien, pero que no le satisfacía especialmente. Buscar una viabilidad laboral fue lo primero que calibró Gerardo para poder hacer lo que quería. Pensó en algo que le gustase.

El sector de la heladería le atraía, además contaba con buenos amigos en el gremio a los que pidió consejo y a continuación dedicó el tiempo necesario a formarse como heladero artesano en las mejores escuelas de la zona y haciendo prácticas en establecimientos de su país de origen.

Después estudió el mercado y la plaza central del Casco Vello vigués le pareció perfecta. «En un espacio como este, en Italia habría al menos tres heladerías y aquí no había ninguna», así que apostó por el barrio antiguo. «Es un trabajo muy intenso durante una temporada, pero que te permite estar tranquilo unos meses y me apetecía como desafío a una edad en la que aún tengo ganas», aclara. El primer año Gerardo llego con su hijo menor de avanzadilla. Su mujer lo hizo hace poco, acompañada de su hija mayor y la familia vuelve a estar junta en Vigo, donde ella, que es enfermera, también ha conseguido empleo.

El emprendedor tenía claro el producto que quería ofrecer a su clientela: su apuesta es el helado de calidad. Por eso ha optado por trabajar con pocos sabores, para que siempre sea fresco, «porque aunque se puede conservar mucho tiempo, si lo haces cada día, como hacemos aquí los 16 sabores, la diferencia se nota», advierte.

De Italia, el profesional se ha traído no solo la pasión y el mimo con el que allí elaboran este producto, sino también buena parte de la materia prima, como la leche y el azúcar, o las máquinas. En cuanto a las especialidades, en la carta brillan los sorbetes hechos de fruta fresca y una variedad en la gama de los chocolates, que trae de Bélgica, y las cremas de avellana, fruto seco que importa del Piamonte. «Trabajamos con productos con denominación de origen controlada y alta calidad», asegura.

Por otra parte, Gerardo manifiesta que hay cosas que tiene que introducir poco a poco, porque hay una parte de los consumidores que se ha acostumbrado mal. Por ejemplo, el helado de pistacho de verdad no es verde, ni la vainilla es amarilla, ni la fresa es roja como el carmín. Hacer helados que no salen con esos colores brillantes producen una desconfianza inicial en cierta clientela, que se convence en cuanto prueba y compara. El milanés Gerardo Triunfo es el último heladero italiano que ha llegado a Vigo, pero conoce y trata a los colegas que antes que él, conquistaron el paladar de los vigueses. Enumera sin equivocarse los nombres de los responsables de otros establecimientos más antiguos que, como él trabajan helado artesano de verdad, desde el decano Capri de la familia De Cesero; Ezequiel, de Helada Madrina; Albano, de Mamma Mía; Isidoro, de Venecia; o el responsable de Panna & Fragola, Giorgio Bontempi, que tiene una historia muy parecida a la suya, ya que su mujer también es viguesa y enfermera. A Gerardo no le parece mala idea unirse todos para defender un tipo de heladería natural frente al producto industrial.