La marea morada toma el centro de Vigo

Begoña Rodríguez Sotelino
b. r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Xoán Carlos Gil

Miles de personas acudieron a la manifestación convocada por Feminismo Unitario

10 mar 2024 . Actualizado a las 01:40 h.

El morado es el color del feminismo, pero como todo pigmento, según se le añadan otros a la mezcla, más diluido o más intenso queda el tono original. Si vale como metáfora, este sería el estado actual del movimiento por los derechos de la mujer, que ayer se celebró en Vigo como en todo el mundo, saliendo a manifestarse cargando banderas mentales con tintas de doble caña, unas inyectadas de magenta, enfrascadas en problemas genéricos, y otras teñidas de cian, más preocupadas por seguir peleándose un puesto que la sociedad patriarcal les niega a poco que se descuiden.

El feminismo gallego regresó a las calles de la ciudad por el Día Internacional de la Mujer y, al igual que el año pasado, lo hizo mostrando diferencias ideológicass. Vigo albergó dos convocatorias: una matinal y de discreto seguimiento convocada por la CIG, sindicato que salió en solitario bajo el lema Stop precariedade. Traballo digno e igualdade», y otra mayoritaria a última hora de la tarde.

A la movilización convocada por la plataforma Feminismo Unitario de Vigo acudieron más de 21.000 personas, según la Policía Local, a pesar de la lluviosa jornada. Bajó la Gran Vía hasta la Porta do Sol transitando por Urzaiz y Policarpo Sanz, con un mar de gente coreando consignas bajo el paraguas del lema en su pancarta, que rezaba: «O feminismo defende dereitos, o machismo violencias e privilexios. Xuntas somos máis fortes».

Los asistentes corearon consignas como: «As mulleres, na casa, na rúa, querémonos seguras», «Ser muller non é un sentimento» y «Metralleta pa quen te someta». Fue una manifestación con grupos diversos y mensajes variados. El alcalde Abel Caballero y la teniente de alcalde Carmela Silva se sumaron a la marcha y lanzaron mensajes para seguir luchando por la igualdad y contra el involucionismo que representan fuerzas políticas como Vox.

La Compaña Feminista, un grupo de mujeres anónimas que lleva varios meses haciendo acciones de calle para luchar contra el terrorismo machista, hizo acto de presencia en la marcha viguesa para recordar a todas las mujeres asesinadas por el hecho de serlo. Vestidas con una túnica blanca, y con máscaras del mismo color, portaban algunos de los nombres de las asesinadas. El colectivo, que ha salido en marchas de otras dieciséis ciudades, como A Coruña, Madrid, Sevilla, Cádiz, Barcelona, Zaragoza o Bilbao, exige entre otras reivindicaciones «que se priorice la lucha contra la violencia machista en la agenda del gobierno y que no haya víctimas de segunda».

Otro grupo diferenciado del resto, el llamado Bloque Abolicionista de Galicia, volvió como en años anteriores a formar parte de la manifestación, pero no hasta su término sino con la consigna de separarse de ella al llegar a la altura de la farola de Urzaiz y finalizar su propio recorrido en las escaleras del Museo de Arte Contemporánea de Vigo, el Marco. Las disidentes con la convocatoria general corearon canciones y leyeron un manifiesto en el que abogan por la abolición de la prostitución.

La iluminación en algunos puntos de la ciudad también se tiñó de morado por el 8 de marzo. El Concello activó las luces de tonos violáceos al anochecer, en la estructura circular que envuelve al ascensor Halo, que abandona el blanco por primera vez desde su puesta en marcha rindiendo tributo al movimiento feminista «e pola igualdade», destacaron fuentes municipales. Las luces moradas permanecieron encendidas los primeros quince minutos de cada hora hasta las once de la noche. Además, la sede de la Diputación de Pontevedra en Vigo también se alumbró con luces que se encendieron por la noche y según anunció la institución, permanecerán iluminadas hasta la mañana del lunes, 11 de marzo. Por otra lado, el edificio luce lonas y paneles diseñados para la ocasión por la ilustradora viguesa Abi Castillo, con una imagen que refleja a una mujer «empoderada, madura e con amplos brazos para acoller a xeracións presentes e futuras».