Los vecinos de Santiago de Vigo arreglan en 1802 el camino real

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

A comienzos del siglo XIX, la principal vía de comunicación con O Porriño estaba muy deteriorada

05 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A finales del año 1802 el estado de las comunicaciones terrestres viguesas era penoso en cualquier dirección. Especialmente lamentable era la situación del camino real que partía de la puerta del Placer, subía hacia el Couto, atravesaba Lavadores y se dirigía a O Porriño. El procurador síndico general de la villa, una especie de concejal elegido por los gremios de la entonces villa para responsabilizarse de este tipo de estructuras, decidía dirigirse a la justicia y regimiento de Vigo, la unión del juez-alcalde y de los regidores, para que tomaran las medidas necesarias para mejorar este vial.

Apoyaba su petición en el respaldo del párroco y de los vecinos de la feligresía de Santiago de Vigo. «Se halla en varios sitios y parajes inundado y destruido enteramente por lo que no pueden transitar las gentes a pie, con caballerías, ni carros, sin eminente riesgo de la vida», afirmaba el procurador, que entonces era Manuel Jacinto Gómez y González. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre hoy en día, en aquella época las autoridades movilizaban a los vecinos para que fuesen ellos quienes aportasen la mano de obra gratuitamente.

Debido a esa circunstancia, el síndico añadía en su petición que los vecinos de Santiago de Vigo no se negaban a participar en la reconstrucción del camino en los momentos libres de sus ocupaciones principales. Para ello, pedía que el gobierno de Vigo ordenase al mayordomo de la parroquia, una especie de representante vecinal, «para que por lista haga saber a sus vecinos que diariamente concurran bajo graves penas y multas que se les imponga a los inobedientes y contraventores con azadones, picas, carros y más aperos necesarios al laboreo de la composición de la citada estrada real los que se contemplen bastantes y cada uno por su vez hasta la entera perfección». No quedaban excluidos de aquel trabajo los gremios de oficios de la villa. Ni tampoco los enfermos, que debían costear los jornales de las personas sustitutas. Los «rebeldes» serían convencidos por los soldados de la guarnición de Vigo, para lo que se contaba con la colaboración del comandante militar de la provincia de Tui. Las obras correspondientes a cada segmento del camino eran afrontadas por los propios vecinos de la zona.

Los vecinos de Santiago de Vigo también tenían que afrontar la reconstrucción del camino que partía del convento de las monjas, situado donde hoy está la calle de Inés Pérez de Ceta, «por hallarse enteramente destruido e intransitable y porque el cura párroco no puede ni le es dable tanto de día como de noche pasar por él a administrar a sus feligreses los santos sacramentos, como es público y notorio».

El 10 de noviembre de 1802 respondía la corporación a la petición del síndico. «Estando como se hallan todos y sin excepción sujetos a contribuir a la composición del camino y estrada pública que sale de esta villa para la del Porriño y otras partes por sí, o medio de jornaleros, se convoque a los mayordomos gremiales de esta referida villa y feligresía de Santiago de Vigo, su agregado, y se haga saber que sin demora ni excusa avise a sus individuos para que contribuyan a la manera expuesta a la citada composición..», señala la orden.

Añadía el escrito, que se conserva en el Archivo Municipal de Vigo, que los mayordomos pedáneos de Freixeiro y Sárdoma, «como feligresías ambas confinantes con la nominada estrada», deben también hacer los listados de sus vecinos para acudir a trabajar al camino. Y a partir de esas órdenes, el camino iba recomponiéndose, como se decía entonces, en su trayecto correspondiente a Vigo. En los siguiente tramos, la labor ya le correspondería a otros vecinos.