
EL LADO FAN Su condición de músicos profesionales no les ha impedido vibrar como espectadores en los recitales de otros artistas. Varias caras conocidas nos lo cuentan.
17 oct 2015 . Actualizado a las 06:30 h.Ellos también son fans. Como tú han vibrado escuchando música. Y tienen en su corazón un sitio muy mimado para aquellos conciertos especiales en los que se les abrió un nuevo mundo o se les ensanchó aquel en el que ya vivían. Experiencias trascendentales vividas abajo del escenario que, en algunos casos, marcaron lo que luego hicieron como artistas sobre él.
Es el caso de Silvia Superstar, quien visitó el séptimo cielo cuando en 1991 vio por primera vez a los Ramones en directo. Tocaban en el Pabellón de As Travesas de Vigo, estableciendo uno de esos hitos generacionales que se recordarán para siempre. Ella lo hace, desde luego. «Es una de mis bandas favoritas, que han tenido una influencia tremenda en mi manera de componer en The Killer Barbies. Tenerlos en Vigo y poder verlos era una pasada». Sin embargo, lo que se dice ver, no vio mucho. «Empezó el concierto y sentí una excitación máxima. Yo estaba en una grada y me puse a bailar como una posesa mirando hacia abajo. Y no vi nada. No levanté la cabeza ni un solo momento».
¿Pero cómo pudo ocurrir eso? «Los Ramones son de ¡uno, dos, tres, ya! Sin paradas. Yo me lo estaba pasando tan bien, que era incapaz de dejar de bailar. Cuando terminó el concierto mis amigos me decían que había sido una pasada cuando sacaron la pancarta del Gabba Gabba Hey! Y yo pensando que cuándo había sido eso», se ríe.
Tiempo después, hubo algún contacto con el grupo. «Había la posibilidad de hacer de teloneros suyos en Alemania, pero al final se canceló porque Joey [el cantante del grupo] estaba muy malito. Nosotros llegamos a tocar en el CBGB de Nueva York gracias a él. Era fan de The Killer Barbies. Nos conoció por la película de Jess Franco, que él también lo seguía. Y se hizo seguidor nuestro».
CONCIERTO PARA 30
A veces la sorpresa se encuentra al lado de uno, sin que lo sospeche. Charly Domínguez, bajista de Los Suaves, ha visto de todo. «Grupos grandes, medianos, pequeños y alguno que tocó para mí y otro amigo», asegura. Pero si se le pregunta por uno en concreto , señala la vez en la que vio al guitarrista canadiense Pat Travers en Madrid. «Fue a mediados de los noventa. Estábamos en Madrid grabando creo que Santa Compaña y nos llevaron en un día de descanso. Era un garito y apenas había 30 personas dentro. Me gustaba en disco y me esperaba un buen concierto sin más».
Pero lo que vio desbordó todas las expectativas. «Vino con un trío y enloquecí totalmente. Todo fue una maravilla. Estábamos en un sitio pequeño y allí se vio un concierto de rock n? roll, de esos en los que hueles el sudor de la persona que tienes a tu lado». Tal fue así que al final fue a hablar con el músico como un fan. «No suelo ir a pedir autógrafos, pero esta vez lo hice. Me dio una púa y yo las gracias por aquella maravilla».
Cambiando de tercio, Bieito Romero de Luar na Lubre dibuja una sonrisa cuando se refiere al concierto que dieron Gwendal en 1978 en A Coruña (?quedei flipado de verdade?), pero si se tiene que quedar con uno apunta a Mike Oldfield. «Foi en 1999, cando fixemos unha xira con el por toda España cando presentaba Ten & Now. Tocaba nun campo de fútbo en Úbeda, Jaén. E foi impresionante. Coincidiu todo cunha posta de sol e víanse ao fondo os cerros de Úbeda. Foi un concerto de alucinar». Romero no lo vio como cualquier otra persona «Levaba unha montaxe espectacular, diante de 20.000 persoas. Pero eu tiña a capacidade de ver o que sucedía atrás. Como eramos grupo convidado tíñamos acceso a todas ás áreas. Pero logo, abaixo, tamén todo era impresionante».
Pero si se trata de una actuación especial, difícilmente se puede superar la que recuerda Néstor Pardo, el coruñés que participó en el programa La Voz. Se trata de Wayne Hankcock, un músico de country contemporáneo del que es devoto. «Fue en un festival en Barcecelona. Nos encontramos al tipo por la noche. Le dijimos que le invitábamos a unas cervezas. Se vino arriba y terminó en nuestra habitación haciéndonos un concierto para nosotros. Eso para mí fue tremendo, que un tío que venía de Austin terminase allí con nosotros. Todo hito».
¡NO PUEDE SER MÁS SEXY!
«Hasta ahora mi concierto favorito sin duda ha sido el de James Blake», dice Bimba Bosé. Ella, que debutó con su grupo The Cabriolets en el 2007 y triunfó con versiones como «Como yo te amo», es fan incondicional del compositor británico de música electrónica. Tanto que repitió dos veces con una diferencia de solo dos años en Primavera Sound Festival (el primero en el año 2013 y en este 2015). «Fue sublime ?cuenta Bimba?. Siempre que escucho su música me dan escalofríos pensando en los directos tan bestiales que hace. Lo sorprendente es que en el escenario solo hay tres personas, pero la fuerza que transmiten y el sonido son excepcionales. ¡No se puede ser más sexy!».

A quien todavía le tiemblan las piernas recordando un directo es a Vanesa Martín. La cantautora malagueña, que ahora mismo asesora a Manuel Carrasco en el programa «La Voz Kids», se quedó boquiabierta con la fuerza de un mito vivo: Tina Turner. «Un concierto que no voy a olvidar en mi vida», subraya rotunda. «Estaba en París y no pensaba que la iba a ver, y se dio la circunstancia y flipé. No podía apartar mi mirada de ese escenario, de esa fuerza, de ese torbellino. Aquí en España, si podemos comparar, quizás del concierto que más disfruté hace muchos años es uno de Rocío Jurado», concluye. Su amigo Pablo López, malagueño también como ella y colaborador en el mismo espacio de televisión, duda cuando le preguntamos. Pero sus gustos musicales van por otros derroteros: «Uf, no sé, creo que me quedaría entre Coldplay y Muse, que los vi a los dos en el Vicente Calderón, y unos son himnos, y el otro apocalipsis, así que ahí estaría la cosa, entre los dos. Quizá un poquito más flipante para mí fue el de Coldplay, pero Muse también me encantaron».


A lo largo de sus cuatro décadas (viviendo el rock, no se vayan a pensar, que el chaval ya tienes unos añitos), Johnny, el líder de Los Burning, ha presenciado muchísimos recitales, pero si tuviera que elegir uno sería sin lugar a dudas el que Los Rolling Stones ofrecieron en el estadio Vicente Calderón, en Madrid, en 1982. Fueron dos días de conciertos, él asistió al primero, ese que se hizo más famoso casi por la tromba de agua que cayó que por el contenido musical. «Y cuando más llovía, salió Keith Richards y tocó «Under my thumb» (Bajo mi pulgar)», recuerda Johnny, que continúa relatando aquel momento mágico. «Era justo cuando yo me metía en la primera fila y casi podía tocar toda esa magia de aquella tarde noche».

Fue un día muy especial, porque además Johnny recibió el encargo por parte de Gay Mercader, el promotor del concierto, de comprarle púas a Keith. Le compró 252 y no le vio tirar ni una. «Sí, chicos y chicas, yo estuve allí».