Estos locales tienen microclima: las mejores terrazas para disfrutar de la primavera en Galicia

M. Vidal / U. Carrera / P. Calveiro / B. Antón / s. Varela / B. R. Sotelino / C. Crespo

YES

Santi M. Amil

Date prisa y coge mesa. Terrazas acogedoras, en las que apetece estar, y se está a gusto con los primeros rayos de sol, con vistas increíbles, rodeadas de naturaleza o en el bullicio de la ciudad. En YES salimos a la calle a disfrutar... ¡que ya era hora!

19 abr 2024 . Actualizado a las 10:47 h.

Noa Hotel Boutique (A Coruña): sol, música en directo y vistas únicas

MARCOS MÍGUEZ

En este rincón del paseo de Santa Cruz, donde se ubica la terraza del Noa Boutique Hotel, uno desearía quedarse a vivir. Cuando los rayos del sol asoman, no hay mejor lugar para instalarse. Si a eso se le suman las vistas, únicas, con A Coruña en el horizonte, y el ambiente, con música en directo los viernes —y, probablemente, en breve durante todo el fin de semana— solo queda pedir un buen cóctel de la carta que acaban de estrenar, en la que tienen tanto combinados clásicos como de autor, y en la que destaca el Tropical Mule, una versión del Moscow Mule, con ginger beer, licor de fruta de la pasión, ginebra, aroma de frambuesa y un chorrito de lima. «Tenemos una carta muy cortita para ser muy prácticos y no demorarnos a la hora de servir, porque nuestro objetivo es que el cliente no espere», indica Leo Battauz, responsable de los restaurantes que, precisamente, en la carta de bebidas ha plasmado la experiencia adquirida durante más de diez años trabajando en el mundo de la restauración.

 Se intuye, pero el mánager confirma que el momento más top de esta terraza es el sunset. No defrauda. Ver el sol poniéndose detrás del castillo mientras se intuye la ciudad herculina en la orilla de enfrente no tiene precio. Pero más allá del atardecer, señala que el espacio exterior va mutando a lo largo del día y transformándose para cada ocasión. «Por la mañana es una cafetería, por la tarde nos dedicamos a la coctelería y copas, y al mediodía y por la noche tenemos la carta para quien quiera picar algo», afirma Leo, que señala que están tratando de ofrecer un servicio más desenfadado, de ahí las sesiones de música house o electrónica, para captar a un público un pelín más joven.

De la propuesta gastronómica, que se puede degustar mientras uno sigue disfrutando de las privilegiadas vistas, destaca que «es comida para mancharse las manos». «Es una street food, cocina del mundo que nos gusta, pero dándole una vuelta». Los cangrejos de concha blanda con un pan bao y rebozados en una tempura negra con un poquito de salsa picante; la pizza de masa frita, «que viene de una cocinera que estuvo trabajando en el sur de Italia», con burrata, jamón serrano y albahaca, que «gusta mucho», y unos tacos de carrillera son tres opciones para probar platos tradicionales con un punto diferente.

Diferente te vas a quedar después de sentarte en esta terraza.

Parque Náutico do Castrelo (Ourense): solpores de película frente a un embalse

Santi M. Amil

Los atardeceres del interior no tienen nada que envidiarle a la costa en lugares como el Parque Náutico de Castrelo. El restaurante se encuentra a los pies del embalse de Castrelo de Miño, creando un pequeño oasis en medio de la provincia de Ourense con vistas a la montaña de Pena Corneira. Aunque su interior acristalado ya ameniza cualquier comida, el local cuenta con una amplia terraza en césped acondicionada para disfrutar de los rayos de sol en los meses de primavera. Si las temperaturas suben, la arboleda y las sombrillas o carpas iluminadas ayudan a controlar el calor. El amplio embalse del Miño brinda una brisa que crea un espacio para relajarse. El local sirve tanto para tomar algo como para comer o cenar. La cocina intenta sorprender con degustaciones, concursos de pinchos y combinaciones con productos locales. Además, como municipio de la comarca de O Ribeiro, tienen los mejores vinos locales. Brindan tranquilidad, pero también ocio. La terraza es sede de los deportistas que entrenan en el club náutico, lo que siempre garantiza un buen ambiente. Cuando se acercan los meses de verano, organizan conciertos que se alargan hasta la madrugada.

Cafetería Granell (Santiago): la cerveza sabe mejor al aire libre y rodeado de naturaleza

XOAN A. SOLER

 Entre las muchas terrazas con encanto que merece la pena visitar en Santiago para disfrutar de este sol caprichoso que poco se deja ver por la capital gallega, hay una que olvida la mayor parte de las guías turísticas. Está a media hora a pie del casco histórico, en el barrio de Pontepedriña, en medio del parque Eugenio Granell (conocido popularmente como O Paxonal), uno de los más extensos de la ciudad. Muy cerca de las pistas de skate donde juegan los niños cada tarde está la cafetería Granell, una alargada cabaña de madera con techo liso, al cual ha llegado también la vegetación. Rodeada de 120.000 metros cuadrados de naturaleza, cuenta con una gran terraza exterior con 25 mesas, a las que hay que sumar otras 9 en el interior (aunque muchos no llegan a pisarlo tras muchas visitas). «Todo el mundo va al sol», constatan los dueños del negocio. Es inevitable, porque una cerveza sabe mejor al aire libre, rodeado de naturaleza, intentando contar las innumerables margaritas que dan color al campo, viendo cómo florecen las camelias y escuchando de fondo a los petirrojos cantar.

Javier y Álex atienden este establecimiento, frecuentado por un perfil variado: deportistas que hacen ejercicio por el parque, vecinos, grupos de jóvenes, dueños de perros y sus mascotas... Aquí es bienvenido el cliente de dos y de cuatro patas —habitual de esta cafetería pet friendly, donde animan el ambiente jugando unos con otros y tienen a su disposición tres cuencos con agua para reponer fuerzas—. Para los humanos, estos hosteleros de origen santiagués y cubano ofrecen una carta con hasta 15 cervezas de importación, además de las marcas habituales. Hay cafés especiales (irlandeses, capuchinos...), pero también combinados más refrescantes para los días de calor: sangría de cava o vino, mojito cubano —cómo no—, caipirinha, capiroska normal o de mora... siempre acompañados de unas patatas fritas y unos kikos (cortesía de la casa). Y, si entra el hambre, tienen un par de opciones para picar a cualquier hora del día, como una tabla de embutidos y quesos o un bocata.

Aunque los días de sol la terraza de la cafetería Granell suele estar concurrida, rara vez hay que esperar por una mesa. Muy recomendable si se busca el buen ambiente y disfrutar de la vida a bajas revoluciones, con sencillez y sin ostentaciones.

Clandestino Beach Club (Ferrol): el chiringuito que abre los 365 días al año

CESAR TOIMIL

Desde la terraza del Clandestino Beach Club casi es posible tocar con los pies la arena de A Frouxeira, la inmensa y salvaje playa de Valdoviño que abraza el mar entre el faro de Meirás y O Paraño. Hace ya un año y medio que Borja Gómez y Juan José García cogieron las riendas de este local de titularidad pública, situado a dos pasos de la playa y su laguna, y lo convirtieron en un chiringuito «non stop» en el que lo mismo te puedes guarecer de los temporales y disfrutar de las vistas del mar embravecido cuando arrecia el mal tiempo que disfrutar plácidamente de la brisa y el sol en los días de cielos despejados, en cualquier época del año. «Somos un chiringuito de playa que nunca cierra, abrimos los 365 días del año», proclaman sus responsables.

 La terraza está preparada para acoger a los visitantes ya caigan chuzos de punta o luzca el sol y, entre las especialidades de la casa, Juan José García cita dos: las pizzas artesanas y los cócteles. Entre las primeras se pueden encontrar desde variedades de toda la vida hasta otras con sabor gallego, como la de lacón con grelos. Y entre los segundos, «el mojito se lleva la palma, aunque las caipirinhas y los daiquiris también se piden mucho». De los fogones salen además raciones de recetas que nunca fallan —«raxo, calamares, salpicón, croquetas...»—, bocadillos, sandwiches y hamburguesas. Y, por si eso fuera poco, El Clandestino también ofrece «buena música», impresionantes puestas de sol y barbacoas al aire libre que ya huelen a verano y rico churrasco.

La Parisina (Lugo): en la zona cero del patrimonio mundial

ALBERTO LOPEZ

Desde hace menos de un mes, los lucenses y los visitantes de Lugo tiene una cita con la historia y el patrimonio de la ciudad mientras charlan o descansan ante un café, una caña, un vino y buenas tapas. En la zona cero del patrimonio mundial, donde confluyen los tres bienes reconocidos por la Unesco, se encuentra La Parisina, un local con aromas a cafés e infusiones y con sabor a dulces, tortillas especiales, croquetas caseras de la abuela Pilar y embutidos zamoranos.

 Más allá de la calidad de los productos y del cariño que le pone su propietaria, Eva Liste, supone un lujo poder sentarse en una terraza rodeado de patrimonio de diferentes estilos (romano, románico, barroco o neoclásico) y en un lugar con ecos del pasado. Una placa junto a la terraza de La Parisina recuerda que un 28 de octubre de 1916 un joven García Lorca (con 18 años) subía en esta zona a la Muralla. Otro de esos ecos del pasado es la propia memoria del local, que debe su nombre a un relato verdadero de un peregrino que se marchó en busca de una parisina de la que se había enamorado.

La terraza de La Parisina les espera para disfrutar y relajarse con buena compañía y en el curso de la historia.

Ronda de Don Bosco (Vigo): la penúltima nueva plaza viguesa para el terraceo

Oscar Vázquez

Vigo está lleno de terrazas. Y más desde la pandemia. Lo que nunca se puso en práctica, Abrir Vigo al Mar, se ha materializado en Abrir Vigo al Mar de Terrazas. Las más conocidas están en Montero Ríos, a unos pasos del puerto pero sin vistas al océano, en el Casco Vello (sobre todo plaza de la Constitución y plaza de la Princesa) y en la nueva Porta do Sol, un mar de piedra, peatonal y sin vegetación, que se ha convertido en la Plaza Mayor local que media España conoce en modo invierno gracias a la promoción navideña, las luces led y el árbol infinito. Pero para quien quiera adentrarse en un Vigo que es mucho más grande, a menos de 300 metros, atravesando la maltratada Elduayen, están las del Paseo de Afonso XII, con vistas al olivo milenario cuyas frondosas ramas (señal de que si se quiere, se pueden cuidar bien los árboles) se dejan crecer a lo afro sin sufrir torturas de jardineros creativos.

Desde allí se atisba el Concello y subiendo hacia él, muy cerca, está la Ronda de don Bosco, que es la penúltima nueva plaza. Estrenada en el 2021 tras una polémica reforma que supuso la desaparición de tres cedros del Líbano de gran porte y un jardín con suelo de tierra para disgusto de los vecinos, los hosteleros y su creciente clientela disfrutan ahora de sus beneficios. Kiko Castiñeiras, responsable de uno de los bares más veteranos, La Juakina, que ya cumplió 23 años, opina que al final todos han salido ganando, aunque reconoce que un poco más de verde no vendría mal. «Las glicinias no terminan de prender, y sería genial que creciesen», dice respecto a la pérgola que unifica a todos los locales de la calle sobre un entarimado pétreo con escalones que es el que les da una nueva perspectiva. Ahora los bares de la Ronda ya son como una terraza continua en la que se difumina dónde empieza una y dónde acaba la siguiente. «La gente lo que quiere es encontrar sitio», dicen allí. La oferta varía poco de unos a otros. Excepto el fantástico y muy frecuentado restaurante Primavera, los demás ofrecen bebidas frías y calientes, tapas y algo de picoteo en un ambiente algo canallita, urbano, muy Malasaña, si vale el símil.

A Esmorga (Vilagarcía de Arousa): el rincón más codiciado de Carril

Martina Miser

 Están Vilagarcía y Carril unidos por un concurrido paseo marítimo de dos kilómetros que transita paralelo a las playas de A Concha y Compostela hasta alcanzar el pequeño arenal de A Covacha, ya en la villa marinera. Y es justo en ese extremo, protegida de los vientos y abierta a la ensenada en la que ese punto se convierte la ría, donde desde 1997 se ubica una de las terrazas más codiciadas del litoral arousano, la de A Esmorga. Razones no le faltan para semejante codicia. Desde cualquiera de sus mesas se divisa una extraordinaria panorámica de la fachada marítima de Vilagarcía, con los parques de cultivo de almejas en primer plano, con el puerto más allá, y con las atalayas del monte Lobeira y del Faro das Lúas en el horizonte. Un paisaje que alcanza su cénit cuando en los atardeceres el sol poniente tiñe de naranja las tranquilas aguas de la ría y la sierra de Barbanza.

 Pero además de sus magníficas vistas, de la comodidad de poder acceder hasta la amplísima terraza de A Esmorga a través de un delicioso paseo y del placer que supone disfrutar allí de una caña o una copa, el local carrilexo también fundamenta su atractivo en su oferta gastronómica, de la que se puede disfrutar tanto en el exterior como el interior.

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Una oferta que, como no podía ser de otra forma, se sustenta en el mar que se le abre enfrente. Piedra angular de su carta son las almejas, las zamburiñas, las navajas, los berberechos (cuando los hay) y los mejillones, a los que pueden sumarse unas nécoras o una centolla si Montse Falcón, su propietaria, las encuentra «xeitosas» en la plaza. Entre los platos con más demanda están también el pulpo y los chipirones a la plancha o con cebolla caramelizada. Nunca falta algún pescado del día, según dicte el mercado. Estos días, por ejemplo, ya se sirvieron las primeras xoubiñas da ría.

A Esmorga cuenta con una carta de desayunos y una oferta de picoteo a cualquier hora en la que sobresalen sus tostas.