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Víctor Pablo dirigirá la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid

rodri garcía A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

El burgalés ultima su traslado una vez que termina el contrato con la OSG

09 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«No voy a jubilarme en A Coruña, tengo 56 años y no pretendo llegar aquí a la edad de jubilación. Creo que habrá que hacer un período de transición sereno e inteligente para no cometer los errores que se han cometido en otras orquestas al elegir improvisadamente». Esto decía en este diario, hace casi un año, Víctor Pablo Pérez (Burgos, 1954), director titular de la Orquesta Sinfónica de Galicia.

El período de transición ha empezado y en estos momentos el futuro de Víctor Pablo Pérez, una vez que concluya su contrato con la OSG, está prácticamente cerrado: será el nuevo director de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid.

Los músicos de la formación madrileña ya fueron informados de que José Ramón Encinar (Madrid, 1954), director artístico y musical desde el año 2000, será sustituido por Víctor Pablo Pérez. Sin embargo, desde dicha orquesta declinaron ayer confirmar la noticia, que podría ser oficial en los próximos días (el siguiente concierto de la orquesta madrileña es el 18 de abril en el Auditorio Nacional de Música, bajo la dirección de Jordi Casas).

También en la OSG guardaban silencio ayer, sin más comentarios que un muy gallego «algo de eso hay» o que se trata de una cuestión personal y, por ello, deberá ser el interesado el que lo confirme, «aunque seguramente que no va a decir nada por ahora».

Víctor Pablo Pérez dirige la OSG desde 1993, al año siguiente de su formación, y con ella ha participado en festivales de todo el mundo, incluidos el Mozart y el de la Ópera que acoge la propia ciudad.

Anoche, la OSG ofreció un concierto dirigida por Jesús López Cobos, fichado en abril del año pasado como director invitado principal y que al ser presentado insistió en que no venía a sustituir a Víctor Pablo.

Unos años antes que la OSG, en 1987, nació la Orquesta de la Comunidad de Madrid, siendo Miguel Groba su fundador y primer director titular hasta el año 2000. Sus conciertos semanales en el Auditorio Nacional de Música «se han convertido en referencia y punto de encuentro de un público variado y dinámico, interesado en conocer todas las corrientes musicales y los constantes estrenos absolutos que incluyen sus diferentes ciclos de conciertos», indican desde la propia orquesta.

«Le dije a Víctor desde el principio que no quería ningún tipo de responsabilidades»

El 24 de abril del 2010, Jesús López Cobos (Toro-Zamora, 1940) era presentado como principal director invitado de la OSG. Desde que en el 2000 la había dirigido en Las bodas de Fígaro, este premio Príncipe de Asturias de las Artes le tenía un cariño especial. «Por eso acepté este nombramiento, que me honra y me hace mucha ilusión», decía ayer.

-Ya dejó claro que no venía a sustituir a Víctor Pablo, ¿no?

-Sí, sí. Le dije a Víctor desde el principio que no quería ninguna responsabilidad. Era el momento de pasar de las responsabilidades después de 30 años. Quiero dividirme entre el tiempo libre, lo sinfónico y lo operístico.

-Este [el de ayer] es su primer concierto desde que fue nombrado director invitado.

-Sí, estas dos semanas ya estaban previstas y la próxima temporada serán tres semanas.

-¿Qué destaca del programa?

-Me pidieron dos programas que tuvieran que ver con el poema sinfónico y elegí a Franz Liszt, que este también es su año, aunque se le esté dedicando más atención a Mahler. No sabía que eran obras que la orquesta no había tocado nunca, que es algo que siempre motiva a los músicos. El programa del día 15 es ideal para el que le guste la música francesa, con obras como el poema De la mar y el amor, de Chausson.

-¿Le piden consejo musical?

-A veces, como la OSG, que está en período de transición, porque Víctor Pablo anunció que en el 2013 terminaba como director titular y están pensando porque el tiempo pasa.

-¿Adónde se va ahora?

-Dirijo un concierto en Roma, que luego repetimos ante el Papa, y en mayo vuelvo a la ópera de Viena después de treinta años sin ir.