
La hija de Bibiano Fernández Osorio-Tafall está orgullosa de su relevancia histórica, pero reconoce lo difícil que fue para ella volver a verlo después de más 50 años de ausencia
11 feb 2023 . Actualizado a las 19:15 h.Elena Larriba María del Carmen Fernández Arruti se jubiló en el 2002 como catedrática de Historia del Instituto Sánchez Cantón, después de 50 años dedicada a la docencia, «una etapa -dice-en la que he procurado dar lo mejor de mi ser, pero también recibir el afecto y consideración de mis alumnos, que son en realidad los que te hacen ser un buen o mal profesor».
Como señaló cuando se despidió de las aulas, «cincuenta años a escala cósmica son menos de una milésima de segundo, pero a escala humana representan la totalidad de la vida activa de una persona». En esa despedida y homenaje que le rindieron sus compañeros docentes ya no pudo acompañarla su marido, Enrique Gallego, «que vivió conmigo todas las alegrías y tristezas de mi vida». Falleció al año siguiente.
La realidad es que Carmiña Arruti estuvo vinculada desde su más tierna infancia al Instituto de Pontevedra, del que fue alumna antes que profesora y mucho antes moradora. Cuando tenía solo dos años se trasladó con su familia a vivir a la torre del hoy IES Valle-Inclán, donde residían los directores del entonces centro único. Su padre, Bibiano Fernández Osorio-Tafall (Pontevedra 1902-México 1990) fue uno de los más insignes catedráticos de Ciencias y directores del Instituto pontevedrés. Científico, investigador, político, editor y diplomático, es reconocido como uno de los gallegos más internacionales y uno de los personajes más relevantes del siglo XX.
Desgraciadamente, fueron pocos años de convivencia familiar completa por los acontecimientos históricos de sobra conocidos y por circunstancias propias de la vida. Pero María del Carmen recuerda que su padre la llevaba de muy niña al Museo de Historia Natural del Instituto y a jugar a los campos de tenis de la Residencia de Estudiantes en Campolongo, donde hoy está la ONCE. Esta residencia fue promovida por Osorio desde su cargo de director como internado dependiente del Instituto. Comenzó a funcionar en 1934 y desenvolvió una importante actividad social.
Osorio-Tafall fue alcalde republicano de Pontevedra a los 28 años (1931-1932) y presidente de la Diputación cuando todavía no había nacido su hija. Es la segunda de los tres hermanos, con José Ángel y Manuel, nacidos de su matrimonio con Josefina Arruti Viaño (Pontevedra 1906-2003). También ocupó en su etapa pontevedresa la secretaría de la Misión Biológica de Galicia que dirigía Cruz Gallástegui y fue miembro destacado del Seminario de Estudos Galegos.
Durante la II República desarrolló una destacada actividad política, fue un importante impulsor del Estatuto de Autonomía del 36 y diputado en Cortes en 1931 y 1936. En Madrid desempeñó el cargo de subsecretario de Gobernación y fue comisario general del Ejército Popular hasta el fin de la Guerra Civil. Tras la derrota republicana se exilió a México, donde reinició una gran carrera profesional en el ámbito académico y científico, y también en el campo de la diplomacia como alto cargo de Naciones Unidas y director de la FAO para América Latina.
Separación
María del Carmen está «muy orgullosa» de la figura histórica de su padre, de su contribución a la ciencia, de su papel como intelectual y defensor de los derechos humanos en misiones de paz por todo el mundo. Pero, al tiempo, la relevancia del personaje le evoca unas carencias y renuncias a nivel personal y familiar difíciles o imposibles de compensar. «No me gusta remover el pasado», dice. Y si lo hace es para reivindicar y rendir su particular homenaje a su madre.
Cuando Osorio-Tafall tenía responsabilidades en el Gobierno republicano, Josefina Arruti y sus dos hijos mayores, José Ángel y Mª del Carmen, se trasladaron con él a vivir a Madrid, donde también fue catedrático del Instituto López de Vega. A principios del verano del 36 volvieron a Pontevedra para pasar las vacaciones. Se produjo la sublevación y quedaron separados, Osorio en la capital de España, en zona republicana, y su familia en Pontevedra, en zona nacional. «Cuando empezó la guerra acabábamos de llegar de Madrid», corrobora Carmiña.
A Josefina Arruti la detuvieron, estuvo presa muchos meses «y nosotros quedamos a cargo de mi abuela paterna». A Emilia Osorio, su nieta la define como una mujer muy religiosa y de fuerte carácter. «Vivíamos en la calle Benito Corbal y nuestra casa estuvo vigilada», sigue contando.
No tiene ninguna duda. «Mi madre sufrió aquí en silencio por ser la esposa de..., tanto o más de lo que pudo haber sufrido mi padre en el siempre doloroso exilio».
Al finalizar la guerra, ya en Francia, Osorio-Tafall asumió la dirección de la SERE, Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles y, según explica su hija, procuró desde allí la reunificación familiar mediante intercambio de prisioneros. «En esa etapa ayudaba a gente a salir de España e intentó que nos reuniéramos con él, pero no pudo ser». Habría después otro intento fallido.
La separación con su familia pontevedresa acabaría siendo definitiva y Bibiano Fernández Osorio-Tafall formaría con el paso de los años una nueva familia en su exilio mexicano.